Estados Unidos en la V Cumbre de las Américas
¿El Gran Garrote o el Buen Vecino? (Final)
Abel González Santamaría*
Antes de comenzar el proceso de las llamadas Cumbres de las
Américas en 1994 en Miami, Estados Unidos, por mediación de la OEA,
organizó dos Cumbres Presidenciales en la región. La primera fue
convocada por el presidente Dwight Eisenhower (1953-1961) en la
Ciudad de Panamá en 1956, con el cínico pretexto de celebrar el 130
aniversario del Congreso Anfictiónico, creado por el libertador de
América, Simón Bolívar. Finalmente Eisenhower logra que se firmara
la Declaración de Panamá, la cual instaba a un "esfuerzo cooperativo
para promover la libertad humana y aumentar el nivel de vida". Se
esperaba que la Cumbre fortaleciera a la OEA como fuerza rectora
para el desarrollo económico y social de las Américas.
La segunda Cumbre se realizó por iniciativa del presidente Lyndon
B. Johnson (1963-1969), en Punta del Este, Uruguay en 1967 y su
objetivo era fortalecer la "Alianza para el Progreso", doctrina
lanzada oficialmente por la administración de John F. Kennedy
(1961-1963), que contemplaba, entre otras propuestas, la
transferencia de 20 000 millones de dólares en diez años, con el fin
de que los gobiernos del subcontinente realizaran las indispensables
reformas para avanzar hacia el "progreso". Según consta en los
propios documentos de la OEA "desgraciadamente, en 1967 no se logró
una visión de libre comercio al sur de Estados Unidos en el
Hemisferio y el plan de desarrollo nunca se implementó en su
totalidad".
Durante la segunda mitad del siglo XX las sucesivas
administraciones estadounidenses se caracterizaron por sostener sus
relaciones internacionales sobre la base de un multilateralismo
centrado en alianzas, asociaciones de seguridad e instituciones
internacionales. Las grandes potencias como Estados Unidos conciben
un multilateralismo que les permite salirse de los acuerdos, y tener
cláusulas de escape. En este periodo de forma unilateral invadieron
militarmente a Guatemala (1954), Granada (1983) y Panamá (1989).
Con la caída del campo socialista a inicios de la década de 1990,
desaparece el principal argumento de la agenda de política exterior
de Estados Unidos: "la amenaza comunista extracontinental",
creándose así un vacío entre los formuladores de la política
exterior y seguridad estadounidenses. Tenían por delante la compleja
tarea de diseñar otros pretextos para rearticular el sistema de
dominación imperial.
Después de intensos debates, Estados Unidos presentó las "nuevas
amenazas" para su seguridad nacional y hemisférica. Confrontaban
serios problemas con sus instrumentos de dominación hacia la región,
caracterizados por la inoperatividad de la Junta Interamericana de
Defensa (JID), la intrascendencia del Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca (TIAR), y la prolongada crisis de la OEA.
Necesitaban entonces crear un "nuevo" mecanismo para reconfigurar el
"sistema interamericano", reviviendo en 1994 el proceso de las
Cumbres.
El presidente William Clinton (1993-2001) presentó la iniciativa
de celebrar la "I Cumbre de las Américas" en la ciudad de Miami.
Según sus propios documentos, "las negociaciones se hicieron al
margen de la OEA, pues se consideraba, en ese momento, que la
Organización, requería profundas reformas y una reorientación de sus
objetivos estratégicos a la luz de las nuevas condiciones del
sistema internacional". Era evidente que intentaban presentar un
"nuevo" proyecto y ganar tiempo para oxigenar a la OEA.
¿Cuál sería su "nuevo proyecto"? Los jefes de Estado y de
Gobierno que asistieron a Miami firmaron una Declaración de
Principios y aprobaron un Plan de Acción, donde se comprometían a
"iniciar de inmediato el establecimiento del Área de Libre Comercio
de las Américas (ALCA) en la que se eliminarían progresivamente las
barreras al comercio y la inversión"; así como se comprometían a
concluir las negociaciones del ALCA a más tardar en el año 2005. En
resumen, intentaron nuevamente aplicar el viejo sueño del poder
estadounidense de controlar desde una "Unión Aduanera" todos los
mercados de la región.
¿Cuáles serían las "nuevas" amenazas? En la Declaración se plasmó
cínicamente que el "narcotráfico y el terrorismo eran las mayores
amenazas a la democracia y a la seguridad de los países del
continente".
Un año más tarde, en 1995, reafirmaron estos argumentos y los
incorporaron en la denominada "Estrategia de Seguridad Nacional de
Estados Unidos", definiendo que "la región, bajo el liderazgo
estadounidense, debía avanzar hacia la creación del ALCA, expandir
la democracia (representativa), instrumentar una estrecha
cooperación regional en la lucha contra el narcotráfico, el control
civil en los asuntos de la defensa y la reestructuración del Sistema
Interamericano, en particular de la OEA".
A partir de esta Cumbre, los jefes de Estado y de Gobierno
decidieron reunirse periódicamente. Desarrollaron tres Cumbres
formales más (Santiago, Chile, 1998; Québec, Canadá, 2001 y Mar del
Plata, Argentina, 2005) y dos Cumbres extraordinarias (Santa Cruz de
la Sierra, Bolivia, 1996 y Monterrey, México, 2004). En todos estos
cónclaves Estados Unidos se concentró en tratar de cumplir el
compromiso acordado en Miami de implementar el ALCA antes del 2005.
Por cierto, en la Cumbre de Québec el presidente George W. Bush
(2001-2009) le otorgó a la OEA la Secretaría de las Cumbres de las
Américas.
Después de 11 años de intensas presiones de Estados Unidos sobre
los países latinoamericanos y caribeños para implementar el ALCA, el
proyecto fue derrotado en la Cumbre de Mar del Plata. Esta vez los
gobiernos de la región no mordieron la "zanahoria".
La
exclusión de Cuba: un garrote permanente
El triunfo de la Revolución cubana, después de 60 años de
dominación imperial, significó un duro golpe para las élites de
poder estadounidenses, que vieron amenazadas su hegemonía en la
región y temían perder su anhelada "fruta madura". Comienza así una
guerra sucia contra la Isla caribeña por más de 50 años. Estados
Unidos paralelamente desencadenó una feroz ofensiva
contrarrevolucionaria dirigida a eliminar cualquier proceso popular
en la región.
El presidente Dwight Eisenhower (1953-1961) a través de la
Agencia Central de Inteligencia (CIA), diseñó desde mediados de 1960
la Operación Pluto, con el objetivo de invadir el territorio cubano
y establecer un gobierno provisional, que solicitaría "oficialmente"
ayuda a Estados Unidos y a la OEA. El plan lo aprueba el presidente
John F. Kennedy (1961-1963) con la invasión mercenaria por Playa
Girón el 17 de abril de 1961. Se necesitaron solamente 72 horas para
que el imperialismo yanki recibiera el 19 de abril de 1961 su
primera gran derrota en América.
A partir de esta derrota, Estados Unidos aumentó sus esfuerzos
para destruir la Revolución cubana recabando el apoyo de los
gobiernos de la región a través de la OEA. En enero de 1962, bajo el
pretexto de que el sistema cubano era incompatible con el "sistema
democrático interamericano" decidieron expulsar a Cuba de la OEA y
un mes después, en marzo de 1962, Kennedy firmó la orden ejecutiva
No. 3447 que estableció el bloqueo total sobre el comercio entre
Washington y La Habana, por nuestro "alineamiento con las potencias
comunistas".
¿Por qué no se repara la injusticia histórica de excluir a Cuba
del sistema interamericano? ¿Por qué no se levanta el bloqueo
criminal impuesto durante medio siglo?
América
de cara a la V Cumbre
El mundo enfrenta la crisis económica más severa desde la Gran
Depresión de la década de 1930, provocada por Estados Unidos. Como
consecuencia de más de dos décadas de neoliberalismo se han agravado
los desequilibrios económicos y sociales, con un elevado costo
ambiental. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe de
Naciones Unidas (CEPAL) pronostica que para el 2009 el crecimiento
de la región retrocedería a -0,3 %.
El mapa político del continente americano ha cambiado
considerablemente en los últimos años, con la victoria en los
comicios electorales de representantes de la izquierda
latinoamericana y caribeña. El 20 de enero del 2009 asumió la Casa
Blanca el primer presidente negro de la historia de la nación
estadounidense, con proyecciones de "cambio" de política hacia sus
vecinos. Los procesos integracionistas de la región se han
fortalecido. Se destacan el ALBA, Petrocaribe, Grupo de Río,
CARICOM, UNASUR, MERCOSUR, entre otros.
Por primera vez en la historia, en diciembre del 2008, los 33
países latinoamericanos y caribeños se reunieron en Salvador de
Bahía, Brasil, sin presencia extra-regional, celebrándose la Cumbre
de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo, sin
exclusiones. Se respiraba un ambiente de solidaridad y simpatías
hacia Cuba.
Fueron días emocionantes para los cubanos, porque sus hermanos
latinoamericanos y caribeños rompieron el aislamiento contra la Isla
y de forma unánime reclamaron el levantamiento del bloqueo.
Constituyó un momento inolvidable cuando el Jefe de la delegación
cubana, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, calificó de
acontecimiento trascendental la incorporación de nuestro país al
Grupo de Río y exclamó: "¡Cuánto lamento que no sea Fidel el que
esté sentado aquí!, aunque nos debe estar viendo por
televisión".
La exclamación provocó aplausos prolongados de reconocimiento a
la resistencia de nuestros compatriotas y a su máximo líder por
defender la soberanía de los pueblos y luchar por la unidad de
"Nuestra América".
Está a punto de comenzar la V Cumbre de las Américas que se
celebrará a partir de hoy y hasta el 19 en Puerto España, Trinidad y
Tobago. Se producirá la coincidencia histórica de realizarse los
mismos días de la invasión mercenaria por Playa Girón 48 años atrás,
pero el escenario ha cambiado. Los países latinoamericanos y
caribeños estarán a la expectativa por conocer qué iniciativa
presentará la nueva administración estadounidense hacia sus vecinos
en su primera oportunidad y se disponen a reclamarle a Washington
que levante el bloqueo contra Cuba. ¿Asumirá Estados Unidos una
política "diferente, creíble y eficaz" como ha declarado? ¿Será el
Gran Garrote o el Buen Vecino?
La respuesta requiere paciencia, porque sobrepasa la voluntad de
reestructurar un sistema político complejo diseñado para mantener el
poder mundial. No obstante el escenario es favorable para mejorar
las relaciones de Estados Unidos con la región y ser buenos vecinos.
En el caso de Cuba, la respuesta está clara. El 5 de abril del
2009 el Comandante en Jefe de la Revolución cubana ratificó nuestra
posición: "No es necesario enfatizar lo que siempre Cuba ha dicho:
no tememos dialogar con Estados Unidos. No necesitamos tampoco la
confrontación para existir, como piensan algunos tontos; existimos
precisamente porque creemos en nuestras ideas y nunca hemos temido
dialogar con el adversario. Es la única forma de procurar la amistad
y la paz entre los pueblos".
*El autor es Licenciado en Derecho y Maestrante del Instituto
Superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García. |