CIEGO
DE ÁVILA.— Nada delata el lugar. Allá, por donde se acaba el camino,
por el que hemos llegado, están los hombres de esta historia.
Pertenecen a una unidad de las Milicias de Tropas Territoriales (MTT)
de la Región Militar de Ciego de Ávila, en el Ejército Central, y
cumplen con el ejercicio Mi guardia por la Patria.
Son unos cuantos, todos hombres, y se preparan para defender la
tierra que los vio nacer. La pequeña unidad permanecerá por espacio
de un mes. Después llegarán otras y se mantendrá el movimiento. Es
parte de la Operación Caguairán, iniciada en el país a mediados del
2006.
Aquí, las jornadas son aprovechadas para adiestrarse en la
organización y realización en la vida de campaña, en particular, en
el uso adecuado de los medios que componen el equipo individual para
estas condiciones, incluidos la técnica y el armamento de combate.
En ese lugar, sin nombre en apariencia, los milicianos crean las
cocinas rústicas en la escuadra y el pelotón, elaboran y distribuyen
los alimentos, construyen baños y letrinas debidamente enmascarados;
y se entrenan en el empleo de la hamaca, la capa y la mochila.
La rigurosidad y la disciplina son tales que hasta el agua está
racionada. Usan la cantimplora y solo beben los sorbos necesarios
para calmar la sed, muy similar a las condiciones reales del
combate.
"Es parte de la doctrina militar de la Guerra de Todo el Pueblo",
dice el miliciano Julio Lismé Gregorio. Esta manera de actuar
—agrega— eleva el adiestramiento para las acciones combativas en las
más disímiles condiciones.
El cielo, limpio y azul, permite a los rayos solares penetrar
entre las hojas de los árboles y llegar hasta los combatientes.
"Imagínese, entonces, las noches en que hacemos los ejercicios, sin
corriente eléctrica, entre esos bichos que hinchan la piel. No es
nada agradable, pero sabemos de lo imprescindible del aprendizaje y
lo hacemos con gusto", asevera Onel Rivera Galán, quien elogia la
buena preparación de los oficiales y jefes que conforman parte de
los órganos de mando.
Entre arbustos que hincan y en nada se parecen a las orquídeas
silvestres, Raciel Jiménez, maestro de la enseñanza de nivel medio,
anda complacido: "Estaré por espacio de un mes, mis alumnos quedaron
con otro profesor. Ellos saben que estoy movilizado porque existen
quienes hacen guerras e invaden a otros".
Como es lógico, la instalación permanente donde viven estos
soldados tiene buenas condiciones, y en los escasos ratos libres ven
la TV, oyen la radio, leen la prensa, juegan dominó y damas.
Así, alejados del paso y el bullicio de la gente, anda esta tropa
que se empeña en prepararse y conocer los secretos del monte, el
mismo que les dará abrigo cuando necesiten de él.