Son
comparables a los prostíbulos en aquellas ciudades del interior:
indispensables para que los casamientos pudiesen ser eternos,
indecentes para mantener la moral vigente. Es así que funcionan los
llamados "paraísos fiscales", según la definición eufemística de la
OCDE: impuestos insignificantes o inexistentes, ausencia de
transparencia en materia fiscal, refugio fácil de empresas fantasmas
que tienen actividades locales ficticias. Los recursos depositados
en ellos son calculados en 10 billones de dólares, en 4 000 bancos y
2 millones de sociedades naranjas*.
El G-20 dice que va a discutir el tema, tomando medidas contra
los paraísos fiscales. No se trata de un súbito ataque de moralidad,
sino de la necesidad de conseguir el regreso de capitales hacia la
economía formal.
No será fácil. Suiza, por ejemplo, defiende con uñas y dientes
una de las mayores fuentes de atracción de capitales ilegales en el
mundo. Un tercio de las fortunas mundiales individuales son captadas
por los bancos suizos, con la promesa del manto del secreto
bancario. Un ministro de Economía de Suiza llegó a declarar que el
secreto bancario forma parte de la identidad nacional y por eso no
podría ser tocado. Por ese motivo, "El secreto bancario es
innegociable", dijo el ministro de Finanzas suizo.
Una de las tantas dificultades para que el G-20 tome medidas
contra los paraísos fiscales, que superen la simple retórica, es que
las grandes empresas son las primeras en apelar a la evasión fiscal
sistemática. Los paraísos fiscales no son frecuentados solo por
firmas exóticas para hacer pequeños negocios ocultos. Los paraísos
fiscales son destinados antes que todo a las grandes
multinacionales. "Los bancos van a buscar en los territorios
offshore una clientela que no existe en otros lugares", dice el
diario francés Liberation. "Las empresas industriales son atraídas
por una fiscalización laxa".
A partir del momento en que los bancos trabajan con fortunas,
estos alegan que no pueden dejar de trabajar en esos territorios. El
banco suizo BNP Paribas afirma, en sus publicidades: "Suiza, su
sistema jurídico incuestionable y su secreto bancario, inscrito en
la ley, garantizan a la clientela privada el respeto a los derechos
individuales dando una dimensión legal a la confidencialidad
tradicional de los bancos suizos". Todo para confirmar el título del
famoso libro de Jean Ziegler: Suiza lava más blanco.
Uno de los mayores bancos brasileños pagó publicidad de apertura
de la revista británica The Economist, la de mayor influencia en el
mundo, anunciando en el pie de página que, entre otras localidades,
tiene sede en un famoso paraíso fiscal. ¿Qué sistema económico es
ese que necesita prostíbulos, de lugares recónditos, por donde pasa
gran parte del dinero producido por el comercio de drogas, de
armamentos clandestinos que, fabricados por empresas de las grandes
potencias mundiales, aquellas que dominan el Consejo de Seguridad,
supuestamente preocupado de velar por la paz mundial, producen la
gran mayoría de las armas que alimentan los conflictos que ellos
deberían combatir?
La propia impotencia en combatir los paraísos fiscales, situados
algunos de ellos en el propio corazón de Europa occidental,
demuestra cómo estos son funcionales al capitalismo. Un capitalismo
que abriga en su seno negocios ocultos, pero esenciales para su
proceso de reproducción. (Tomado de Rebelión)
* Se dice de las empresas que ejecutan o elaboran artificios
fraudulentos para evadir impuestos y estafar al fisco.