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Aniversario 44 del Movimiento Millonario
Herederos del machete mambí
Jorge
Risquet Valdés
Un 3 de marzo, en medio de la zafra azucarera de 1965, el
Comandante en Jefe Fidel Castro, rindió el tributo emocionado de
nuestro pueblo a las tres brigadas de macheteros que habían logrado
arribar al millón de arrobas de caña cortada: "Los compañeros que
hoy son aquí recibidos y homenajeados se han ganado ese derecho al
realizar una verdadera proeza en el trabajo".
Fidel
con los |macheteros de la brigada Julio Antonio Mella, en el
histórico acto.
Fidel se refirió en detalle a los 32 integrantes de la brigada
Julio Antonio Mella, de la región habanera de Mayabeque, que antes
de finalizar el mes de febrero habían logrado la insólita hazaña
laboral, cuyos promedios eran: edad 36 años; corte diario
individual, 496 arrobas de caña.
No se trataba de colosos de la mocha —explicó— mas "el éxito¼
es el resultado del esfuerzo colectivo, del entusiasmo colectivo, de
la disciplina en el trabajo, de la dirección de la brigada, del
espíritu de los compañeros".
Las otras dos brigadas, Orlando Suárez y Lázaro Acosta, ambas de
la región de Colón, escenario de las 1 000 arrobas diarias del
coloso de la mocha Reynaldo Castro, en la provincia de Matanzas,
habían saludado el inicio del mes de marzo con el millón de arrobas
cosechado.
Había nacido el movimiento millonario del corte de caña.
Algo sin precedente
En la historia multisecular de la cosecha de caña en Cuba esta
cifra de producción no tenía precedente.
Reynaldo
Castro, primer Héroe Nacional del Trabajo y legendario machetero
iniciador del Movimiento Millonario.
No podía tenerlo, porque la brigada misma era algo recién surgido
de las nuevas relaciones de producción que la Revolución había
establecido en nuestros campos y ciudades.
Durante siglos, la caña fue cortada por esclavos. Los esclavos de
negra piel brillante de sudor, quienes a torso descubierto y pies
descalzos se adentraban en grupos en los cañaverales bajo la dura
mirada del mayoral y al alcance de su látigo despiadado, no
constituían brigadas ni podían tener un rendimiento más allá de lo
que su escasa alimentación y su temor al fuete les permitía y los
obligaba a dar. Abolida la esclavitud, la mano de obra fue
sustituida por la nueva esclavitud asalariada que rige las
relaciones de producción capitalistas.
Ex esclavos, campesinos sin tierra o con muy poca, obligados a
buscar un jornal para ganarse el pan, desempleados de las ciudades
que acudían en la época de zafra a los cañaverales, pequeños colonos
que cortaban la caña de su parcela con sus brazos y los de sus
hijos.
En los años de la Primera Guerra Mundial y de la expansión de la
producción azucarera que dicho conflicto estimuló, los brazos de los
cortadores resultaron insuficientes. La burguesía agraria azucarera
y sus gobernantes de turno decidieron la importación de millares de
trabajadores haitianos. Poco se diferenciaba este comercio de
hombres de la trata de africanos de los siglos anteriores.
Mas como la población cubana crecía y la producción azucarera no,
en las regiones más pobladas del país, por ejemplo, en Oriente, se
habían multiplicado las filas de un proletariado rural que ni
siquiera en el periodo de zafra encontraba empleo pleno.
Así fue surgiendo en las zonas de estas características, más
macheteros que necesidad de ellos, los cortadores se racionaban a un
"bulto" o dos por semana. Otros se trasladaban a las zonas de
Camagüey donde faltaba fuerza de trabajo.
La técnica del corte y el alza manual de la caña no había variado
nada en tres siglos. Los macheteros de mediados del siglo XX usaban
las mismas herramientas y forma de trabajo que los esclavos en el
siglo XVII.
Con el triunfo revolucionario del Primero de Enero de 1959 y el
avance de la construcción del socialismo, se inició una nueva vida
para el obrero agrícola cañero, para el pequeño colono, para el
trabajador azucarero.
Dueños colectivos de las fábricas y las plantaciones propiedad de
todo el pueblo, los cientos de miles de trabajadores de la caña y
del azúcar constituyeron nuestro destacamento laboral decisivo. El
azúcar fue y siguió siendo por cuatro décadas, la base de la vida
económica del país y la principal fuente de recursos externos.
Los macheteros acostumbraban a trabajar individualmente, marcar
su "tajo", "picar su bulto" y recoger su vale de pesa. Cuando más,
se asociaban dos, tres cortadores, cuatro a lo sumo, generalmente
vinculados por los lazos familiares.
Las brigadas empezaron a surgir en 1963. Una innovación
tecnológica importante las provocaba y exigía: la alzadora
soviética. La introducción del equipo de alza tenía una tremenda
importancia como paso inicial de mecanización de la cosecha. Alzar
la caña a mano equivale a una tercera parte del gasto de energía
total de toda labor de corte-alza. Mecanizarla significaba aliviar a
nuestros trabajadores del esfuerzo de levantar con sus brazos 50
millones de toneladas en cada zafra.
Romper con una tradición
La tarea de organizar las brigadas habría de ser ardua y tenaz.
Se trataba de romper con una tradición de siglos, de enseñar a
grupos de 30-40 obreros a trabajar en un colectivo, asimilar la
disciplina del grupo, aceptar la distribución del trabajo que habría
de hacer, cada día, el jefe de la brigada. en fin instaurar una
forma de trabajo totalmente nueva y desconocida para los macheteros.
En la provincia de Oriente se inició un movimiento de formación
de las brigadas rojas en torno a las alzadoras, con el compromiso de
cortar caña desde el inicio hasta el final de la zafra, en su lugar
habitual o allí donde fuera necesario. Un grupo de brigadas que se
desplazaba, constituía el batallón rojo invasor.
El Comandante Ernesto Guevara advirtió en estas brigadas y
batallones el germen de una organización del trabajo de nuevo tipo y
de una actitud laboral distinta, correspondiente a las nuevas
relaciones de producción implantadas por la Revolución y a los
nuevos elementos técnicos que ella comenzaba a introducir en la
producción azucarera.
"He tenido la oportunidad de estar con los macheteros hace unas
semanas", dijo en su intervención en la plenaria nacional azucarera
de Camagüey, en febrero de 1963. "Realmente en su espíritu
extraordinario es donde puede verse la fuerza de la Revolución, lo
inconmovible de la Revolución, en el espíritu de los macheteros que
integran los batallones rojos. Son batallones de vanguardia, que
cortan cientos de arrobas diarias de promedio, que están unidos."
Predicar con el ejemplo
"Es el espíritu de los trabajadores de vanguardia que van
predicando con su ejemplo, abriendo brecha ante la Revolución. Es
una experiencia que se debe estudiar en todas las provincias para
aplicarla rápidamente", recomendó el Che.
En la IV zafra del pueblo, que comenzó por la provincia de
Oriente en diciembre de 1963 a dos meses escasos del azote del
ciclón Flora, las brigadas de macheteros habituales y voluntarios
organizados en torno a las máquinas alzadoras, alcanzaron un nuevo
peldaño de consolidación.
Terminada la molienda, a mediados de julio de 1964, analizando
los avances y los puntos débiles, en el seno de una asamblea de
balance anual del núcleo del Partido en la granja Emiliano Lesmes,
del central América Libre, propuse en nombre de la Dirección
Provincial del Partido de Oriente, iniciar un movimiento emulativo
entre las brigadas con la meta de que cada una de ellas, integrada
hasta por 48 hombres, cortara un millón de arrobas en la zafra de
1965.
La idea fue acogida con entusiasmo por los trabajadores de la
granja, reunidos para escuchar el balance de trabajo anual que le
rendía su núcleo del Partido.
Los integrantes del núcleo de la granja vecina, invitados a la
asamblea, igualmente calorizaron la iniciativa. Surgió un reto
emulativo entre las dos brigadas. Esta asamblea fue presidida por
Raúl.
El Ministro de las FAR pronunció estas palabras: "Para nosotros
ha sido una gran satisfacción el haber tenido esta oportunidad junto
a ustedes, de analizar el balance del trabajo realizado por el
núcleo del Partido en esta granja".
"Una meta ha sido lanzada en esta asamblea convocada por el
núcleo del Partido: una de las brigadas mecanizadas de la granja se
propone alcanzar para la próxima zafra la impresionante cifra de un
millón de arrobas cortadas y alzadas y también hemos escuchado al
compañero secretario del núcleo y jefe de la brigada mecanizada de
la granja vecina, Amado Rosales, que ha venido a lanzar un reto a la
brigada de esta granja sobre la base de la misma meta de un millón
de arrobas de caña".
"¡Un millón de arrobas de caña! Tarea fantástica, que realizada
por 40 macheteros exige de cada uno de ellos un promedio de 25 000
arrobas".
"De este compromiso vamos a estar personalmente pendientes, para
ver si logran lo que, indudablemente, sería una hazaña. No dudamos
de que ustedes podrán alcanzarla, pero confesamos que es una meta
muy difícil."
Y concluyó el Ministro de las FAR: "Ustedes han comprendido que
la producción azucarera es la espina dorsal de nuestra economía y la
base de su desarrollo. Esta iniciativa de las granjas Emiliano
Lesmes y Amado Rosales será seguida por otras granjas. Nuevas
brigadas se fijarán también el gran objetivo para la V zafra: un
millón de arrobas".
Durante todo el "tiempo muerto", el Partido y el movimiento
sindical trabajaron por extender a la mayor cantidad posible de
brigadas el compromiso de un millón de arrobas cosechadas.
La V zafra del pueblo se desarrolló en la provincia bajo el
tremendo impulso del Movimiento Millonario apadrinado por Raúl.
En el mes de junio, en el central Antonio Guiteras, el Comandante
en Jefe cosió el saco de azúcar que completaba los 6 millones de
toneladas.
La provincia continuó la zafra hasta cortar la última caña y
arribar en el mes de julio, en el ingenio Frank País al millón 952
000 toneladas de azúcar, casi la tercera parte de la producción
nacional.
Alcanzaron el millón en la provincia, y recibieron la roja
bandera con la esfigie del General de las cañas, Jesús Menéndez, 157
brigadas, otras se acercaron a la meta y quedaron comprometidas
consigo mismas a lograrlo en la próxima contienda. Unas 70 brigadas
millonarias surgieron ese año en el resto del país, la mayoría en
Matanzas.
El Movimiento fue creciendo
El Movimiento Millonario fue creciendo, extendiéndose a todo el
país y elevando su exigencia y su calidad de año en año.
Surgieron las brigadas que cortaban varios millones de arrobas en
cada zafra.
Mencionaré cuatro, la Evelio Rodríguez Curbelo, del Sindicato de
Comercio y Gastronomía, la primera que estableció el récord de nueve
millones, dirigida por Ramón Dimas Martinto; Aniversario de la
Revolución de Octubre, del Sindicato Nacional de Trabajadores del
Transporte, cuyo jefe fue Braulio Maza, con 10 millones; la Jesús
Suárez Gayol, del Sindicato Nacional de la Alimentación, también con
10 millones, encabezada por Andrés Martínez Martínez; y la Calixto
García, del Sindicato de la Construcción, bajo el mando de Roberto
Tamayo Rojas, que logró cortar 11 millones en la zafra de 1975,
invadiendo los cañaverales del central Amancio Rodríguez.
A lo largo de décadas, estas cuatro brigadas y otras ocho, en
total 12 brigadas sobrepasaron la cifra de 100 millones de arrobas
cosechadas.
Una idea del carácter masivo y de la alta productividad que
alcanzó el Movimiento nos proporcionan los datos del año 1990, un
cuarto de siglo después de fundado y antes del periodo especial que
significó un escenario económico bien diferente y cambiaron las
reglas del juego productivo.
Son datos a partir de 1971, cuando se estableció una estadística
nacional confiable de los logros del movimiento.
En este balance correspondiente a 18 años habían logrado el
millón de arrobas 20 128 brigadas; dos millones 3 933; tres, 777;
cuatro, 229; cinco, 78; seis, 42; siete, 12; ocho, 6; nueve, 5; diez
y once millones las ya nombradas.
En la medida en que fue introduciéndose en nuestros campos la
combinada cañera, surgió el movimiento millonario entre los
operadores de estas poderosas máquinas que cortan y vierten la caña
sobre la carreta.
En la última zafra a que he hecho referencia, 1990, 2 079
operadores de combinadas cosecharon el millón o más. De estas, 152
cortaron dos millones; 17, tres millones; 5, cuatro millones y 3
colosos: Arcel Quevedo, Renán Cabrera y Manuel Gálvez, establecieron
el récord de 5 millones de arrobas de caña en una zafra.
Actualmente, el área cañera a cosechar es mucho menor, como es
conocido. Las combinadas, en la pasada zafra del 2008 cubrieron el
86% de los cañaverales.
El machete que esgrimieron con tanto valor como maestría nuestros
mambises en tres guerras contra el yugo colonial, se convirtió
también en símbolo del trabajo heroico de cientos de miles de
trabajadores cubanos ofrendando su sudor y energías para hacer
avanzar la economía de la Patria socialista. |