.—
La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, propuso hoy
a Rusia cooperación en materia de defensa antimisil en Europa, pese
a su oposición a ese programa, al cual considera una amenaza para su
seguridad.
La colaboración podría abarcar la investigación y el desarrollo
de ambos países en esa esfera e, incluso, se podría alcanzar un
acuerdo para la puesta en funcionamiento conjunto del sistema,
consideró Clinton, tras una reunión aquí.
Obviamente tiene que demostrarse que funcionará y que será
efectivo en costos si es desplegado el escudo antimisil, con un
radar de localización lejana y pronto aviso, en la República Checa,
y con una batería de cohetes interceptores, en Polonia, afirmó.
El tema centra el encuentro en esta capital de Clinton con el
ministro ruso del Exterior, Serguei Lavrov, en el primer contacto de
este tipo entre el Kremlin y la Casa Blanca, desde que el demócrata
Barak Obama asumió la presidencia estadounidense.
Clinton reconoció que la actitud hacia Rusia de la anterior
administración del presidente republicano, George W. Bush, estuvo
lejos de ser objetiva y admitió el enfoque de confrontación de ésta
última.
La jefa de la diplomacia estadounidense señaló que Estados Unidos
y Rusia poseen asuntos en los que pueden realizar esfuerzos
mancomunados como el antiterrorismo, el establecimiento de un
control sobre los armamentos y la no proliferación nuclear.
Además, ambos países deben buscar las vías para reducir el nivel
de contradicciones en materia de energía, seguridad y cambios
climáticos.
La diplomática dialogó con la comisaria europea del Exterior,
Benita Ferrero-Waldner, con el Alto Comisionado de la Unión Europea
para Relaciones Internacionales y Seguridad Común, Javier Solana, y
con el presidente del Consejo Europeo, el checo Karen Schwarzenberg.
Otro tema de las conversaciones entre Clinton y Lavrov esta
vinculado al desarme, pues a finales de este año vence el tratado de
reducción de armamentos estratégicos START-1.
Al mismo tiempo, la Secretaria de Estado norteamericana negó el
reconocimiento de su gobierno a la independencia proclamada por las
regiones autónomas de Abjasia y Osetia del Sur, como si lo hizo
Rusia.