¿Nueva constelación de poder?

Lianet Arias Sosa

Lo que vivimos es una crisis de sucesión hegemónica. En la constelación mundial de poder, la transición deja en picada la primacía de Washington. Así, al menos, delinea el panorama John Saxe-Fernández, doctor en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Foto: Jorge Luis GonzálezJohn Saxe-Fernández.

Estados Unidos mantendrá una enorme influencia, pero dejará de ser el centro articulador del sistema. El camino hacia allá será largo, dice; mientras advierte que en todas estas sucesiones hegemónicas, el árbitro último ha sido la guerra entre potencias centrales.

Saxe-Fernández, que participa en el XI Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, alude al potencial empleo de armamento termonuclear en caso de producirse conflictos bélicos durante el siglo que transcurre. Por eso asegura: "O logramos que la guerra no sea el árbitro último, o no habrá opción de alternativa histórica para nuestra especie".

La magnitud de la crisis toca el cielo. Antes, en la depresión que conmovió al mundo en 1929, "se estaba asumiendo que el petróleo era prácticamente infinito. (¼ ) Tampoco hay suficientes recursos naturales, metales y minerales para el tipo de desarrollo que plantea el capitalismo y se combina esta crisis con otras dimensiones fundamentales: la ecológica, la energética; es decir, la finitud de los recursos que tiene el planeta. Consecuentemente, se está diciendo: apunten a algo distinto a lo que se ha venido haciendo en los últimos 500 años".

Con razón la mayor potencia de estos tiempos, augura Saxe-Fernández, persistirá en su propensión histórica de usar a América Latina como reserva estratégica y como mecanismo de reconstitución hegemónica.

En la actualidad, está ensayando este proceso por la vía de una inusitada militarización. Después del fin de la guerra fría —afirma el investigador— EE.UU. aumentó la presencia de bases norteamericanas en la región. Se ubican, claro está, en zonas cercanas a los principales recursos naturales: petróleo, gas natural, metales, minerales, biodiversidad.

A su vez, promueve esquemas de libre comercio y de seguridad que ensaya con Canadá y con México. En el caso del país azteca, incluye un nuevo dispositivo, émulo del Plan Colombia: se llama Iniciativa Mérida y, advierte Saxe-Fernández, "propicia esencialmente una integración de corte militar entre EE.UU. y México, algo de una asimetría absolutamente insostenible por lo abismal. Es realmente un mecanismo, como en el caso de Colombia, de ocupación territorial y de negocios".

señala la constante hostilidad de Washington hacia Caracas y recuerda la enorme importancia regional que tiene Venezuela para el desarrollo de una posición latinoamericana. Viene desde allí —afirma— el auspicio de procesos de integración muy concretamente aterrizados al área de la energía. Un ejemplo evidente es Petrocaribe.

La propuesta en curso de una estructura monetaria latinoamericana en momentos en que se avizora y laten los síntomas muy claros de una disminución del régimen del dólar, es absolutamente esencial, sin obviar —concluye—, la necesaria soberanía sobre los recursos naturales.

 

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