Otra forma de hacer cine

CECILIA CRESPO

De indagadoras, reflexivas, arriesgadas y hasta perturbadoras pudieran definirse la mayoría de las 71 obras presentadas en la recién finalizada Octava Muestra de Nuevos Realizadores.

Cartel de Pablo Monterrey premiado en la Muestra.

Experimentales algunas, conservadoras y aferradas a dogmas y añejas estéticas cinematográficas otras, sin faltar alguna francamente provocadora, en todas predominó la tentativa como denominador común.

En algunos filmes como Todo tiempo pasado fue mejor, de Zoe García, se evidenció un cierto hálito nostálgico quizá como estrategia discursiva para entender el presente. En otras se escarba en las respectivas historias de vida de interesantes y polémicas figuras de nuestra cultura como en Delfín Prats, entre el esplendor y el caos, de Carlos Y. Rodríguez, Ñico Rojas, arpegios en el camino, de Liván A. Magdalena y Rara avis, el caso Mañach, de Rolando Rosabal.

Uno de los aspectos que vale destacar en la Muestra y en esta edición fundamentalmente, es la capacidad de los jóvenes realizadores de retratar nuestra realidad inmediata desde sus propios prismas.

"Lo que distingue a esta edición de las que la precedieron es precisamente el público, que es el mismo aunque incrementado, a mí me emocionó mucho que en la inauguración la sala Chaplin estaba completamente llena de un público que venía a ver un cine solidificado y de verdad. La muestra ha sido el termómetro, el espacio abierto y diverso para la confrontación de este inquietante fenómeno que es el cine joven cubano y creo que por mucho tiempo seguirá siéndolo", expresó Fernando Pérez, presidente de la Muestra.

Mientras que Omar González, presidente del ICAIC, elogió al evento en tiempos "que nuestro objetivo no debe ser solo la recuperación del cine cubano, entendido este en términos de lo que fue y ya no es, sino su reinvención, porque nuestra nostalgia no mira únicamente hacia el pasado, sino, más que nada hacia el futuro, y es en este sentido que yo creo que la Muestra será siempre anticipatoria".

Mirar a nuestra cotidianidad, a Cuba y a su historia desde estos nuevos ojos bien vale una Muestra, que a ocho años de su primera entrega continúa ganando adeptos del mismo modo que se consolida como una propuesta que debe abrir sendas a la vanguardia del audiovisual joven cubano.

 

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