Lo nano desde Cuba
Lianet Arias Sosa
Los materiales han revolucionado al mundo. La edad de piedra y la
de bronce deben sus nombres al elemento que el hombre fue capaz de
trabajar y que cambiaría, a fin de cuentas, su modo de vivir. Más
acá, los plásticos, el cobre y el silicio trastocaron para bien la
existencia humana.
El
IMRE inició hace ocho años esfuerzos modestos, pero importantes, en
esa ciencia.
Ahora, sin embargo, la revolución es otra. Nuevas maneras
científicas que permiten la manipulación de sustancias en la escala
de los átomos construyen la brújula de los descubrimientos futuros.
En 1974 el japonés Norio Taniguchi acuñó el término: le llamó
nanotecnología.
El prefijo "nano", del latín "nanus", alude a la mil millonésima
parte del metro, un tamaño tan diminuto que el hombre solo podría
compararlo en su imaginación al grosor de un cabello dividido 100
000 veces. Del premio Nobel de Física Richard Feynman surgió la
inquietud. En 1959 impartió una conferencia donde afirmó que los
principios de la Física no hablaban en contra de la posible
manipulación de los objetos átomo a átomo. Había, tal y como veía el
asunto, "suficiente espacio en el fondo".
La creación de los fullerenos, moléculas de carbón ensambladas a
manera de pelotas de fútbol, y luego los nanotubos de carbono, tubos
huecos cuyos diámetros se encuentran en la escala nanométrica,
iniciaron el camino. El siglo XXI abrió los brazos al auge
vertiginoso de las nanociencias y las nanotecnologías.
Colchones
lavables, productos de belleza personalizados, vendas para
quemaduras, pelotas de golf, adhesivos dentales, parabrisas de autos
recubiertos de una nanopartícula que mejora en un 35% la
visibilidad, son algunos de los productos más comercializados. Esta
escala, donde las propiedades difieren significativamente de las
existentes en otros niveles y se determina el carácter y la
naturaleza de cada material, permite también armar estructuras con
cualidades nuevas y superiores a las conocidas. La creación de
elementos inexistentes en la naturaleza ha dejado de ser un
imposible.
La revolución alcanzará —lo hace ya— a sectores tan diversos como
la medicina, la manufactura, la energía, el abastecimiento de agua y
el transporte. Promete transformar los modos de vida y contribuir a
la lucha contra la contaminación y el cambio climático.
EL FUTURO SE PREVÉ O SE SUFRE
Recientemente, Cuba ha echado a andar el proyecto de construcción
de un centro de estudios avanzados con el fin de crear capacidades
para desarrollar las nanociencias. ¿Por qué es preciso que la Isla
consiga adentrarse en una que ya muchos bautizaron nueva era?
"Si nuestros productos farmacéuticos no incorporan capacidades
nano, dentro de poco —entendiéndose esto como pocos años— se
perderán espacios en el mercado farmacéutico y biotecnológico,
porque habrá productos que, por incorporar esa tecnología, serán más
competitivos, y se prevé que los países desarrollados comiencen a
establecer regulaciones para sacar del mercado a otros que no la
incluyan."
Así señaló a Granma Ernesto Estévez, director del
Instituto de Ciencia y Tecnología de los Materiales (IMRE). Para el
investigador, algunas materias primas, productos exportables desde
el Tercer Mundo, pueden volverse completamente prescindibles.
Otro aspecto importa: en el caso de que "por nuestras fronteras
empecemos a importar materiales que incorporan tecnologías nano y no
somos capaces de evaluarlos, podemos empezar a pagar de más por algo
que no comprendemos.
"Formar parte del mundo nano, que es científico, económico y
político, desde ahora, es muy importante, pues como dice una frase
muy famosa: "El futuro, o se prevé o se sufre’: hay que preverlo,
para no tener que sufrirlo", alerta Estévez.
CUBA REALMENTE ESTÁ EMPEZANDO
En nanotecnología, Cuba realmente está empezando, afirmó el
científico. "Esta es una ciencia extremadamente cara, y un país como
el nuestro no puede darse el lujo —como Estados Unidos, la Unión
Europea o Japón— de estar hablando de nanotecnología desde todo
punto de vista. Tenemos que concentrarnos en ciertas áreas".
Ernesto
Estévez, director del Instituto de Ciencia y Tecnología de los
Materiales.
Según Estévez, entre los sectores fundamentales hacia donde deben
confluir los esfuerzos, se ubica el farmacéutico, por todo el
desarrollo alcanzado en biotecnología. Además, el área de la energía
resulta otra donde la Isla puede intervenir y tener un impacto
económico y social importante.
"Este desarrollo tiene que basarse sobre el edificio ya
construido, uno de científicos muy preparados, y es primordial que
formen parte del proceso. Cuba se lo puede plantear a un nivel
distinto al de otros países subdesarrollados, que lo hacen sobre la
base de enclaves de élite en una sociedad con un analfabetismo
tremendo."
El IMRE, que coordina la Red de Nanotecnología del Ministerio de
Educación Superior (MES), inició hace ocho años esfuerzos modestos,
pero importantes, en esa ciencia. "Dentro de nuestros científicos
estamos creando una cultura con respecto a la nanotecnología, a la
convergencia. Tenemos investigadores que aun cuando los
equipamientos no existen en Cuba han adquirido esa habilidad en el
extranjero", indica.
El centro ha graduado a 16 doctores en ese tema, lo que demuestra
que nuestro país es capaz de formar recursos humanos en esta área y
bajo la tutoría de nuestros profesores, refiere.
A Cuba el Observatorio Iberoamericano de las Ciencias le reconoce
296 publicaciones internacionales en nanotecnología durante los
últimos ocho años. Según Estévez, ello "hace innegable que ya está
insertada con desarrollos propios en este campo". El MES y el IMRE
acreditan la mayor parte de esas publicaciones.
La máster Danay Rosa Dupeyrón integra uno de los proyectos en
nanotecnología y salud que impulsa el Instituto. En el mundo —dice—
la mayoría de las proteínas que se han logrado insertar en el sector
farmacéutico se inyectan. La razón es que son muy frágiles e
inestables.
Nosotros estamos trabajando con un polímero y pensamos que tiene
potencialidades para proteger a las proteínas de elementos como la
acidez estomacal, señala la investigadora. "El objetivo final sería
lograr desarrollar una formulación oral de proteínas, pero este es
un camino bastante largo y estamos recién empezando".
Las perspectivas son amplias. Se espera que en un futuro no muy
lejano estos sistemas revestidos se puedan autodirigir a un sitio
específico del organismo para ejercer, de manera más directa y con
menores efectos secundarios, su acción terapéutica.
De acuerdo con el doctor Julio César Rimada, también del IMRE,
una celda solar es un dispositivo del que se obtiene una corriente y
un voltaje que hace funcionar equipos. "Si uno puede de alguna
manera aumentar esa corriente o ese voltaje con la misma radiación
solar, ya es una ventaja. Las celdas solares en las que trabajo
mejoran estos parámetros", resalta.
La inestabilidad en los precios del petróleo hará inevitable el
paso hacia un nuevo portador energético. Por eso otras
investigaciones en el IMRE apuntan al hidrógeno —ideal dado su alto
poder calórico de combustión y propiedades no contaminantes—. Su
almacenamiento en nanocavidades es todavía un reto.
También se trabaja en la acumulación eficaz de energía en
baterías nuevas y superiores que utilizan tecnología nano. Otros
proyectos, como las investigaciones con zeolita, prometen
descontaminar espacios del medio ambiente.
Es así como Cuba apuesta a una ciencia novedosa. Tres
revoluciones tecnológicas anteriores —la cuántica, la biomolecular y
la informática— se aúnan en ella. Emerge colmada de sinergias y de
puntos convergentes entre la Física, la Química, la Biología, la
Matemática... Nadie debe escapar al alud. Quien lo haga correrá el
riesgo —mucho mayor— de no empaparse. |