Washington, 26 de diciembre (PL).— La vieja estrategia de
"ayúdame que yo te ayudaré" es revivida por estos días en Estados
Unidos, que cada vez muestra con mayores garras las causas que le
impiden salir de una de las peores crisis económicas.
Semanas antes de pedir un rescate millonario al gobierno federal,
compañías como American International Group (AIG), líder mundial de
seguros, la automovilística Ford, el mayor banco de inversiones
mundial, Citigroup, y una de las más grandes hipotecarias, Freddie
Mac, fueron algunos de los principales patrocinadores del show
electoral de noviembre último.
Fraudes empresariales y financieros caracterizaron esa economía
en estos meses de fuerte recesión.
El último escándalo fue el de Wall Street, llevado a cabo por el
administrador de fondos, Bernard Madoff, por el cual los principales
bancos del mundo pueden perder alrededor de 50 mil millones de
dólares.
En esta ocasión estamos hablando de otro suceso, denunciado
recientemente por el Centro para una Política Responsable,
organización no gubernamental estadounidense, con la colaboración
del Instituto de Finanzas de Campaña.
Ante una oportunidad inusual de apoyo ilimitado a los candidatos
a la presidencia, el demócrata Barack Obama y el republicano John Mc
Cain, estas empresas pagaron millones de dólares para sufragar las
convenciones nacionales en Denver y Minneapolis.
Según el estudio divulgado por esa ONG, el monto general
proveniente de intereses privados ascendió a 118 millones de dólares
para cubrir las dos convenciones.
La cifra total representa cuatro veces lo que recibió cada una de
las partes del gobierno federal, advirtió el Centro para una
Política Responsable.
Estos convenios privados de recaudación de fondos fueron
informados a la Comisión Federal Electoral a mediados de octubre,
cuando hacía mucho rato que había concluido, reveló.
Las contribuciones, consideradas "dinero blando" (financiamiento
indirecto), fueron dirigidas a los comités de acción anfitriones y
no a los partidos, estrategia que permitió un apoyo desmedido, pues
de lo contrario, como habitualmente se establece, estarían
prohibidas.
Las leyes norteamericanas indican que empresas, sindicatos y
otras organizaciones no pueden asistir directamente desde sus
tesoros a los candidatos al gobierno federal y partidos políticos,
mientras los particulares pueden hacerlo sólo por cantidades
limitadas.
Sin dudas estamos ante una nueva forma de fraude, de entidades
que previeron en el futuro serían las primeras en recibir la
imprescindible ayuda del gobierno, cuando los efectos de la crisis
cayeran sobre ellas inevitablemente.
El instituto de Finanzas de Campaña estima en su informe que el
87 por ciento del dinero recibido en las convenciones, en ese
período, provino de estas organizaciones y de fuentes privadas, y
solo 15 donantes aportaron el 44 por ciento de la financiación.
Hoy la noticia es la siguiente, las empresas patrocinadoras andan
por el suelo o recibieron del gobierno enormes sumas para evitar la
quiebra.
AIG fue beneficiada por 85 mil millones de dólares, también
Citigroup y Freddie Mac recibieron cuantiosas sumas o fueron
semiestatalizadas, lo mismo que Goldman Sachs, Bank of América y
otras tantas, según la fuente.
Todas ellas, que un día caminaron por encima de la cuerda floja y
el descalabro financiero, apoyaron a quien sería el futuro
presidente de Estados Unidos.