.— Bloqueo inclemente, crisis
humanitaria, tregua abortada, negociaciones y mediación en un limbo,
verbos amenazantes y acciones cada vez más violentas, arman hoy una
ecuación de previsible corolario entre palestinos e israelíes en
torno a Gaza.
Pese a la situación en el terreno, sólo la cautela diplomática
hace que algunos se abstengan de afirmar con todas las letras que
una operación de Israel para derrocar al Movimiento de la
Resistencia Islámica (Hamas) en la Franja de Gaza ya está en marcha.
En declaraciones al canal Al-Arabiya, el primer ministro israelí,
Ehud Olmert, arropó el tono amenazante utilizado ayer en El Cairo
por su canciller, Tzipi Livni, quien ignoró la exhortación de Egipto
a agotar todas las vías para evitar una escalada en la
confrontación.
No vengo aquí a declarar la guerra, pero Hamas debe ser detenido
(…) no vacilaré en usar el poder de Israel para atacar a Hamas y a
la Jihad (Islámica). ¿Cómo?, no entraré en detalles ahora, expresó
el gobernante saliente a la televisora de alcance regional.
Un diplomático egipcio que requirió el anonimato comentó a Prensa
Latina que los esfuerzos del gobierno del presidente Hosni Mubarak
tienen muy escasas posibilidades de repetir el éxito conseguido en
junio pasado, cuando llevó a judíos e islamistas a firmar una
tregua.
Es difícil que en el escenario político israelí (de cara a los
comicios de febrero) alguien con serias aspiraciones flaquee en la
retórica de fuerza frente a los palestinos e, incluso, vacile en
lanzar un ataque de envergadura para convencer al electorado, opinó.
El gabinete de seguridad israelí, del que forman parte Livni,
sustituta de Olmert en el liderazgo del partido Kadima; y Ehud Barak,
ministro de Defensa y jefe del Laborista, ya aprobó un escenario de
agresión militar escalonada.
La primera etapa consiste en incursiones aéreas y supuestamente
más selectivas contra bases de los islamistas, y la operación a gran
escala se adoptaría en dependencia de la situación en el terreno y
el nivel de respuesta de Hamas, sin descartar la invasión terrestre.
Barak advirtió que cualquiera que lastime a los ciudadanos y
soldados de Israel pagará un alto precio.
Livni valoró de escalada intolerable la respuesta armada de Hamas.
Es algo que tiene que ser detenido y es lo que vamos a hacer, afirmó
en El Cairo, mientras su par egipcio, Ahmed Aboul Gheit, pidió, al
parecer sin éxito, mesura para no provocar ni dejarse provocar.
El portavoz de los islamistas, Fawzi Barhum, manifestó que los
ocupantes sionistas, y no los palestinos o Hamas, pagarán el precio
de las estupideces expresadas por Livni y Olmert.
El disparo diario de decenas de proyectiles, hasta ahora sin
víctimas ni daños considerables, ha sido la respuesta de los grupos
afines a Hamas en Gaza a los ataques de la aviación israelí, que
desde comienzos de noviembre a la fecha provocaron más de 25 muertos
y decenas de heridos, según estimados palestinos.
Hamas, que declinó renovar el 19 de diciembre la tregua pactada
seis meses atrás con los judíos por mediación egipcia, acusó a su
contraparte de incumplir ese acuerdo pues en ese período mantuvo el
sitio al enclave y murieron 20 palestinos por ataques armados.
A todo lo anterior, se añade la rivalidad entre fracciones
palestinas, acentuada mucho más entre Hamas y el grupo Al-Fatah, del
presidente Mahmoud Abbas, después que la ausencia del primero
malogró en noviembre una reunión para la reconciliación promovida
por Egipto.
Abbas, con quien Tel Aviv mantiene difíciles negociaciones de
paz, abogó en sus recientes viajes a Estados Unidos, Rusia y Egipto
por la unidad y la armonía de todos los palestinos, pero ha sido
frugal en condenar el asedio israelí a Gaza.
Más complejidad a la crisis agregaron el desmantelamiento este
jueves por el ejército del Líbano de siete misiles enfilados hacia
Israel en el sur de aquel país, y la condena a 30 años de cárcel
dictada por una corte militar hebrea en Cisjordania para el
palestino Ahmed Sa adat.
Por si no bastara su ya peligrosa confrontación con Hamas y otros
grupos de Gaza, Israel ganó ahora otro foco de tensión con el Frente
Popular para la Liberación de Palestina, que llamó a romper todo
diálogo tras la sentencia contra su dirigente.