El Año Nuevo empezará con un sentimiento de miedo que atenazará
por igual a la cúspide y a la base de la sociedad. Los trabajadores
de todo el mundo temerán por sus empleos, sus pensiones y sus
servicios públicos. En la cúspide existe el miedo de que la crisis
económica entre en una espiral imparable de caída libre y conduzca a
una resistencia generalizada.
El año que abandonamos ha sido testimonio del desorden y la
confusión en el sistema capitalista y en los gobiernos que lo
dirigen.
La crisis económica se ha convertido en una recesión, que se ha
contagiado del sector financiero al resto de la economía. Ahora
amenaza con convertirse en una depresión a escala mundial,
arrastrando a las "economías emergentes" de China e India.
El significado de los acontecimientos en Grecia, descritos por el
diario The Times como un "levantamiento popular", ha llevado a
algunos comentaristas a establecer paralelismos con los hechos del
mayo del 68 en Francia. Para la clase dirigente, una seria
preocupación: el levantamiento francés fue présago de casi una
década de insurgencia por parte de la clase trabajadora, que abrigó
seriamente perspectivas revolucionarias.
Los acontecimientos de Grecia no han sido a la escala de los
acaecidos en el 68, aunque también han implicado protestas
estudiantiles, disturbios y una huelga general. Representan, no
obstante, la insurrección más importante en Europa desde mediados de
los 70.
Cualquier crisis económica tiene un impacto a tres niveles: el
ideológico, el político y el económico.
Los gobiernos de Gordon Brown y George W. Bush han roto el modelo
de libre mercado que ha sido la Biblia de los círculos dirigentes
durante tres décadas. Y la ciudadanía busca alternativas al sistema.
La aparición de movimientos anticapitalistas y contrarios a la
guerra durante la última decada significa que existe un público
receptivo a las ideas radicales.
La política institucional se ha tornado volátil. Antes de la
crisis, la valoración de Brown se hundía, mientras que la de David
Cameron, decían, era imparable, una tendencia que solo se invirtió
cuando el líder tory empezó a vacilar en medio del caos económico.
Existen otros tantos peligros en un mundo dominado todavía por
los EE.UU. de la "guerra contra el terrorismo". Un régimen en crisis
puede emprender una aventura militar, como los georgianos hicieron
contra Rusia el verano pasado.
La guerra en Afganistán se ha extendido hacia la frontera con
Paquistán. El gobierno de Paquistán está siendo amenazado por
Condoleezza Rice y Brown, y lo seguirá siendo a menos que emprenda
una guerra civil contra su propio pueblo.
Las enormes protestas en Grecia, Italia e Irlanda muestran que la
crisis económica puede generar una rebelión de las masas. El
descontento es una respuesta a los gobiernos, en el Reino Unido y en
cualquier otro sitio, que están implementando medidas de austeridad
en vez de políticas económicas neo-keynesianas como respuesta a la
crisis. Y aunque los gobiernos de EE.UU. y el Reino Unido han
llevado a cabo rescates bancarios y nacionalizaciones, el
descontento sigue a flor de piel.
La idea de que los trabajadores —y no únicamente los bancos y las
grandes empresas— deberían tener derecho al rescate se está
convirtiendo en sentido común para todos quienes temen por la
destrucción de empleos y los embargos y los desahucios. Estas ideas
cuestionan los fundamentos mismos a partir de los cuales opera el
capitalismo, a saber: que el mercado debería ser libre de cualquier
tipo de control democrático. Esto puede alimentar la resistencia
popular.
Muchos de nosotros contemplamos el duelo y la insurrección
popular en Grecia en claro contraste con el comportamiento mediocre,
deslucido, de la mayor parte de nuestros dirigentes sindicales. Pero
una de las lecciones de lo ocurrido en Grecia es cuán rápidamente
pueden explotar las cosas cuando la situación es combustible.
Las acciones de Brown para salvar la economía pueden parecer
relativamente indoloras por el momento, pero ya ha admitido que el
coste de los rescates será enorme. Lo que se traducirá en un aumento
de impuestos y una disminución del gasto público.
Mientras tanto, la repulsiva agenda del Nuevo Laborismo continúa,
atacando a los desempleados, los padres solteros y los inmigrantes,
todo ello contra un telón de fondo de destrucción continua del
empleo y una crisis que afecta a las pensiones y la vivienda.
Mucha gente recibirá el 2009 con malos presentimientos. Pero
deberíamos ser capaces de ver más allá, justamente hacia aquello que
quienes lideran la sociedad más temen, pues revueltas similares a
las de Grecia podrían extenderse en breve por toda Europa. Y el
canal de la mancha solo tiene 22 millas de ancho. (Tomado de
Socialist Worker)