Alejo
Carpentier es una presencia tutelar irrenunciable. Aún para quienes
no le perdonan su fidelidad a la Revolución cubana, su irreductible
vocación de justicia y su íntegra militancia.
Mientras en La Habana, como punto culminante de la agenda de este
viernes en las jornadas Leer la Historia (Pabellón Cuba y las
principales librerías del país, 5:00 p.m.), será presentada una
nueva edición de la novela La consagración de la primavera
(1978), hito de la serie editorial del Instituto Cubano del Libro
dedicada al cincuentenario de la Victoria de Enero, en España acaba
de salir una espléndida publicación del sello Atalanta que contiene
Concierto barroco y Viaje a la semilla.
Como esta última salida nadie, que se respete medianamente, puede
ignorarla, el diario El Mundo advirtió el pasado martes a sus
lectores la novedad editorial rociándola con el vitriolo de la
frustración segregado por un paniaguado cronista —bastante
ignorante, por cierto, al decir que en Viaje a la semilla el
autor "retuerce el lenguaje, lo hace plástico pero muchas veces
también hermético, lleno de preciosismo y arabesco, con cultismo de
Europa y jerga cubana; no está de más tener el diccionario cerca
leyendo esto que los editores de Atalanta consideran una joya, fruto
exótico de la espontaneidad artística"—, a quien le duele que
Carpentier haya sido "señorito y comunista". Cabría en todo caso
hablar de señorío, una cualidad ética que en el caso de Alejo se
sustanció de manera orgánica en su proyección intelectual y social.
De su grandeza literaria, Claude Couffon, uno de los más notables
hispanistas franceses, opinó: "Me parece que Alejo Carpentier es,
con Gabriel García Márquez, la más alta figura de las letras
latinoamericanas contemporáneas, porque con una ciencia creativa
poco común, dominó y explotó una corriente tan original y tan
profundamente americana hasta integrarla a la literatura universal".
Una magistral definición del lenguaje carpenteriano la aportó el
insigne escritor chileno Fernando Alegría: "Consideramos como
legítimo el uso del vocablo tropical para designar la variedad del
barroco que constituye el estilo de Carpentier. Tropicalismo en su
obra —como en la de Asturias— sería el nombre para una expresión
artística en la que el fondo mágico de las culturas primitivas de
América se funde con la belleza formal de la tradición barroca
europea en un espléndido intento de interpretar el espíritu y la
realidad ambiente del hombre del Caribe y de la América Central en
la época contemporánea. Ningún otro estilo sirve para tamaña
empresa: ni las viejas normas costumbristas, ni el seco y rudo
regionalismo, ni el impresionismo modernista. Se necesita un
instrumento para crear mitos o para rescatarlos del pasado
precolombino, para hacer vivir al hombre y al paisaje en la unidad
esencial que exige la creación artística moderna, para llevar la voz
de la América indígena al intelectualismo cansado de la Europa de
hoy".
En cuanto a la dimensiòn de su compromiso, debe suscribirse la
siguiente valoración de Roberto Fernández Retamar: "A la Revolución,
su Revolución, Alejo le sirvió como el más humilde de los soldados:
un soldado de la guerra del tiempo, el tiempo en que volvieron a
arder en él las voces, que lo convocaban a la lucha, de Mella y
Martínez Villena; el tiempo en que Nuestra América entró en su
segunda independencia".
Sobre un momento particular de la conquista de esa segunda
independencia trata La consagración de la primavera. De la
gesta internacionalista por salvar la República española a las
arenas de Playa Girón, los escenarios de esta novela épica, de
profundo contenido humanista, nos llevan a momentos cruciales de la
toma de conciencia en nuestro tiempo.
El ensayista y profesor Rogelio Rodríguez Coronel ha argumentado
cómo esta novela "culmina la evolución del método artístico y la
perspectiva ideológica de un escritor que encuentra respuesta a las
inquietudes que en torno al hombre y su realidad histórica se
debaten en toda su obra. Es el surgimiento de un mundo mejor en el
reino de los hombres lo que, desde un punto de vista teórico y
práctico, provoca una maduración ideológica del ámbito carpenteriano,
lo que le otorga un sentido objetivo a su concepción de la historia,
lo que reacondiciona valores estéticos —gnoseológicos y artísticos—
presentes en su narrativa del periodo prerrevolucionario".