La verdad de Sirvano

KATIA SIBERIA GARCÍA

A Sirvano García Martínez le cuesta el asombro. Pocos podrían deslumbrarlo con historias de barrio porque este veterano cederista ha llevado una vida ceñida a la organización. Él es uno de los fundadores de los Comités de Defensa de la Revolución y, aunque la jubilación y sus arrugas podrían darle suficiente crédito para el descanso, sigue apegado a sus CDR, con el ímpetu en alto.

Sirvano García Martínez confiesa que seguirá haciendo por los CDR hasta el final de sus días.

Conversar sobre algunos de los momentos trascendentales de los Comités conduce casi, inequívocamente, a anécdotas personales que ahora comparte.

Fue por el año 1966 cuando Sirvano estuvo en la capital, al frente de la recuperación de valores y la reforma urbana; una tarea compleja que le dio mucha satisfacción. "Entonces debíamos hacernos responsables de objetos de gran valor monetario. Gente muy pobre custodiaba aquello hasta que llegaran las autoridades. Ver a personas que no tenían mucho para sí entregando esas piezas al patrimonio fue una muestra muy bella de honradez".

También por esa época estábamos en la misión de entregar las propiedades de las viviendas a los nuevos habitantes y dábamos, incluso, instrucciones de cómo cuidar las casas. Había que ver la cara de la gente cuando se sabía propietaria de una casa, algo ni siquiera soñado, cuenta Sirvano.

La zafra del 70 lo sorprendería de coordinador provincial en Camagüey y, como en otras ocasiones, tampoco estaría ajeno a la realidad del país. Movilizaciones habituales para limpiar los campos y hacer más fácil el corte vienen a su memoria al tiempo que sonríe, pues por aquellos años, revivió la tradición del ajíaco. "Los CDR lo mismo estaban en el campo de caña que en la caldosa de Kike y Marina".

Su papel como secretario nacional de ahorro no fue menos arduo que los 13 años de coordinador provincial de Matanzas. En el primero, siguió de cerca la recogida de materia prima que impuso agilidad y organización, pues en los años 80 un masivo movimiento de pioneros y el pueblo en general, tributaban grandes volúmenes de materiales "desechables". En el segundo ¡con la guardia en alto!, debido a las importantes industrias con que cuenta Matanzas, objetivos económicos que el enemigo podía sabotear para frenar el curso de la Revolución.

Pero los tiempos cambiaron y con ellos los CDR deben elevar su condición de salvaguarda de la Revolución en el barrio, Sirvano asegura sin reparos que la organización tiene hoy el desafío de lograr una efectiva integración de jóvenes. "Tenemos que trascender y multiplicarnos en ellos, comprometerlos".

A unas horas de iniciarse el VII Congreso los "consejos" de Sirvano, voz autorizada, pudieran ser muy valiosos; sin embargo, él prefiere lanzar una verdad de perogrullo, que no por sabida deja de ser relevante: la unidad entre vecinos seguirá manteniendo en pie a los CDR.

 

| Portada  | Nacionales | Internacionales | Cultura | Deportes | Cuba en el mundo |
| Opinión Gráfica | Ciencia y Tecnología | Consulta Médica | Cartas| Especiales |

SubirSubir