Los resultados de ese proceso, especialmente en las importantes
áreas de la economía, la política exterior y la seguridad nacional,
en función de la esperanza de cambios sustanciales que su elección
despertó en amplios sectores en Estados Unidos y en el extranjero,
pudieran interpretarse usando la humorística frase española cuyo
autor se ha perdido en el tiempo: "No se puede pedir peras al olmo".
En clara y directa lengua española: No se puede esperar lo imposible
de dirigentes y funcionarios que están dispuestos a continuar las
desacreditadas y erróneas políticas aplicadas por la saliente
administración Bush, como se hace evidente en el plano militar y en
el de la economía.
Sin embargo, aún en la noche más borrascosa es posible atisbar un
rayo de luz. El último grupo de altos funcionarios seleccionados por
Obama en los importantes campos de la energía y el medio ambiente,
refleja la posibilidad que en esa área, su administración desarrolle
una fuerte gestión para enfrentar los cambios climáticos y
desarrollar nuevas soluciones al problema energético. Es un grupo de
diversidad étnica y con prestigio y reconocimiento por su labor a
favor de la conservación del medio ambiente y la ecología.
Obama ha decidido nombrar como secretario de Energía a Steven Chu,
hijo de inmigrantes chinos, destacado físico, uno de los tres
galardonados con el Premio Nobel de Física en 1997 por su trabajo
sobre rayos láser. En la Universidad de California (Berkeley) dirige
desde el 2004 el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, en el cual
se desarrollan trabajos de investigación no secretos para el
gobierno federal sobre tecnologías en biocombustibles y
aprovechamiento solar como forma de controlar el calentamiento
global.
Para dirigir la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA,
por su sigla en inglés) ha sido escogida Liza Johnson, quien será la
primera afroamericana en encabezar dicha institución. Desde los
gobiernos de Clinton en lo adelante, Johnson ha trabajado en la EPA.
Nació en New Orleans y creció en la zona que resultó más afectada
por el huracán Katrina. Según su testimonio, su madre, padrastro y
madrina salvaron su vida en el 2005 cuando huyeron de New Orleans
ante el avance del Katrina, pero perdieron todas su pertenencias. La
experiencia con el Katrina la afectó profundamente. Graduada de
Ingeniería Química en las universidades de elite Princeton y Tulane,
más recientemente ha trabajado con el gobernador de New Jersey
dirigiendo el departamento estadual de protección del medio
ambiente. Es copresidenta del equipo de transición de Obama en la
EPA.
Nancy Sutley, su madre es argentina y ella misma se considera
"latina", dirigirá el Consejo de Calidad del Medio Ambiente de la
Oficina Ejecutiva del Presidente. Ha desarrollado lo esencial de su
actividad en California, estado donde hay un fuerte apoyo a las
medidas de protección de la ecología. Fue vicealcaldesa para Energía
y Medio Ambiente en Los Ángeles y representó al alcalde en el
Distrito Metropolitano de Aguas del Sur de California. También llegó
a ser asistente especial de la administradora de la EPA durante la
administración Clinton y anteriormente integró la Junta Estatal de
Control de los Recursos Acuíferos de California y fue asesora para
asuntos energéticos del gobernador del estado. Es prominente miembro
de la comunidad lesbiana y gay de California.
La cuarta integrante del equipo, Carol M. Browner, es blanca,
nativa de Florida. Se desempeñará como supervisora de los temas de
energía, incluyendo las cuestiones del cambio climático y la
protección del medio ambiente, en la Casa Blanca, convirtiéndose en
el "alter ego" del presidente Obama en esos asuntos. Trabajó como
directora legislativa de Albert Gore en el Senado. Dirigió la EPA
durante los ocho años de gobierno de Clinton, es miembro de la junta
asesora del equipo de transición de Obama y a su vez dirige el
trabajo de transición sobre energía y medio ambiente. Es socia de
Madeleine Albright, en la firma de consultoría The Albright Group.
Es presidenta de la centenaria organización ambientalista National
Audubon Society, cuyo objetivo es conservar y restaurar ecosistemas
naturales, fundamentalmente de aves, la vida silvestre y sus
hábitats.
Estas cuatro personas gozan de alto prestigio entre las
organizaciones ambientalistas en Estados Unidos y se les reconoce
por haber trabajado fuertemente en contra de la degradación del
medio ambiente. Todo indica que en el terreno de energía y medio
ambiente se concentrará lo que pueda haber de innovador en la
gestión de gobierno de Obama y es también en esa área donde podrá
haber iniciativas importantes en el orden del desarrollo económico y
el esfuerzo por enfrentar la crisis económica que actualmente afecta
el país. En este empeño tendrá que librar una fuerte batalla contra
poderosos intereses económicos y políticos de las grandes empresas,
especialmente las petroleras y las más altamente contaminantes, que
cuentan con un gran número de aliados en el Congreso.
Para completar el equipo de Energía y Medio Ambiente falta por
designar al secretario del Interior, departamento que se encarga de
administrar las tierras federales y que complementa su trabajo con
el que realiza la EPA en el control de la contaminación del aire y
las aguas. Entre ambos, llevan a cabo la política del gobierno con
respecto al cambio climático.
En el plano externo, se va corroborando la continuidad de la
política militar norteamericana, particularmente en la guerra de
Estados Unidos y la OTAN en Afganistán. A juzgar por las
declaraciones de los jefes militares norteamericanos, la guerra en
esa región, que ya dura siete años, se prolongará por un tiempo
indeterminado.
Los planes del Pentágono, a solicitud del general David D.
McKiernan, jefe de las tropas norteamericanas en Afganistán, son de
incrementar los efectivos norteamericanos en unos 20 000, hasta
alcanzar la cifra de 58 000 dentro de cuatro o cinco años, que se
adicionarán a los 30 000 soldados de la OTAN actualmente en el país.
Adicionalmente, se incrementará el ejército afgano, que hoy cuenta
con 70 000 hombres, hasta 134 000 efectivos. Significa que la guerra
en Afganistán se prolongará, como mínimo, durante toda la gestión
presidencial de Obama, más allá del 2012.
También en el manejo de los problemas económicos se aprecia una
identificación entre las políticas de la administración saliente y
la entrante.
Como el estruendo de un cañonazo sonó en los círculos de poder de
Washington la noticia de que en noviembre se cerraron en Estados
Unidos 533 000 puestos de trabajo y el desempleo alcanzó al 6,5% de
la fuerza laboral nacional (12,5% si se suman los que desistieron de
buscar empleos y los que trabajan parcial o temporalmente).
Previamente se había anunciado un descenso del 2,7% en las ventas al
detalle. Esos truenos imprimieron más urgencia a las discusiones
para salvar a las tres grandes empresas constructoras de automóviles
en Estados Unidos. General Motors, Chrysler y Ford están
virtualmentre quebradas, aunque la noticia se edulcora y oculta con
la cobertura de la discusión de un plan de rescate, debido al fuerte
impacto negativo que tendría para la economía, dentro y fuera de
EE.UU. En conjunto, las tres empresas emplean directamente un cuarto
de millón de personas e indirectamente afectan alrededor de entre
tres millones y cinco millones de empleos. El cierre de las mismas
representaría el potencial despido de un millón de empleados.
Se esperaba una solución con la aprobación de un préstamo de 14
000 millones de dólares a General Motors y a Chrysler, a fin de que
puedan elaborar, bajo intervención federal, antes del 31 de marzo
próximo, un plan de reestructuración. Este plan fue elaborado por la
Casa Blanca y con apoyo demócrata aprobado el miércoles por la
Cámara de Representantes por 235 votos a favor (205 demócratas y 32
republicanos) y 170 en contra (150 republicanos y 20 demócratas),
pero el jueves el Senado lo derrotó en una moción de procedimiento
por 52 (10 de ellos republicanos) a favor y 35 (31 republicanos) en
contra (se hubieran necesitado 60 votos a favor). Los puntos de
conflicto fueron la negativa del sindicato de trabajadores (UAW) a
aceptar desde ahora reducir sus salarios al nivel del recibido por
los trabajadores no sindicalizados de las plantas de Toyota, Honda y
Nissan en Estados Unidos, así como el descontento de un grupo de
senadores a medidas que forzaban a los fabricantes a establecer
límites mínimos de contaminación en los motores.
Queda como única opción que la administración Bush emplee parte
de los 700 000 millones aprobados para ayudar a las entidades
financieras y los entregue directamente a las empresas para que
subsistan hasta que la administración Obama pueda negociar alguna
solución que sustituya la bancarrota. De lo contrario, las empresas
deberán declararse en bancarrota e iniciar un proceso legal para su
liquidación y reestructuración, que será obligatorio y se sumará a
la carga de problemas que Obama ya viene enfrentando.
Por lo visto, para recoger las peras habrá que esperar a otra
temporada.
*El autor fue jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Estados
Unidos de septiembre de 1979 a abril de 1989.