.— Rodeados por la
insuperable naturaleza africana, los habitantes de esta localidad
rindieron tributo al combatiente internacionalista cubano Raúl
Díaz-Argüelles en el mismo lugar de su caída, el 11 de diciembre de
1975.
Con unos ocho mil residentes, Ebo fue escenario de la derrota de
los invasores surafricanos que pretendían escamotear la soberanía
del país.
Díaz-Argüelles comandó las tropas cubanas que junto a las
incipientes Fuerzas Armadas para la Liberación de Angola (FAPLA)
plantaron batalla al agresor.
En un paraje aislado, flanqueado de montañas de rarísima
apariencia, pues son piedras gigantescas casi lisas, se levanta un
modesto obelisco que recuerda el paso del héroe.
A los 39 años de edad murió el combatiente cubano, como resultado
de las heridas provocadas por la explosión de una mina antitanque
que destruyó su blindado.
Poco más de un centenar de habitantes de Ebo, 400 kilómetros al
sur de Luanda, se reunió allí para honrarlo.
Francisco Mendes, dirigente del gobernante Movimiento para la
Liberación de Angola, indicó que el modesto monumento simboliza la
sangre derramada por cubanos y angolanos en la lucha por la
independencia.
Hoy se ha consolidado esa solidaridad venida de la isla caribeña
con la presencia de cooperantes en todos los sectores: educación,
salud y construcción, entre otros, apuntó el dirigente.
Raúl Díaz-Argüelles llegó a Angola el 21 de agosto de 1975 con el
seudónimo de Domingos da Silva. Su misión: organizar escuelas
militares para preparar a efectivos de las FAPLA.
Sin embargo, ese objetivo varió casi de inmediato por la amenaza
y la presencia del Ejército surafricano, en el sur, y de
mercenarios, tropas del entonces Zaire (hoy República Democrática
del Congo) y del contrarrevolucionario Frente para la Liberación
Nacional de Angola (FNLA), en el norte.
El oficial cubano pasó a dirigir el Frente sureño y la columna de
fuerzas cubanas y angolanas que defendieron la dirección principal
de los combates.
Para la batalla de Ebo, Díaz-Argüelles reconoció la probable ruta
que tomarían los surafricanos y a unos 2,5 kilómetros al norte de la
cabecera municipal decidió tender una emboscada en un puente que
cruzaba el río Mabassa.
Aquí es donde hay que detenerlos, apuntó el combatiente.
A un lado y al otro 70 cubanos se dispersaron, a la espera del
paso de los invasores.
Un comandante surafricano ocupante del primer carro blindado de
la columna agresora informó a su jefatura: Estoy en el puente, no
hay nada y voy a cruzar. Al instante ese vehículo recibió el primer
impacto de la batalla que finalizó con la victoria de las armas
angolanas y cubanas el 23 de noviembre de 1975.
Iko Carreira, ex ministro de Defensa, escribió 20 años después:
la Batalla de Ebo resultó decisiva y la victoria se debió sobre
todo, a Díaz-Argüelles, el cual pasó a ser una leyenda en la
historia moderna de Angola.