Como toda operación de compra-venta, no podía faltar la lista de
precios: entre 60 y 100 dólares por un frasco de esperma; 7 000 por
un óvulo fértil; 200 por una larga cabellera y, entre 20 y 50 por el
plasma.
No piense nadie que se trata de un invento tenebroso. No, es la
realidad que se vive en la sociedad norteamericana en medio de la
actual crisis.
Y nada mejor para describirlo que un despacho noticioso de la
agencia italiana ANSA: "la venta de fluidos orgánicos como líquido
seminal, óvulos jóvenes y robustos para la fecundación artificial y
plasma para las transfusiones de sangre se convirtió en una
alternativa para los estadounidenses a fin de paliar la crisis
económica, las deudas y la desocupación".
La información concluye que es cierto que algunos jóvenes
donantes de esperma con 10 "sesiones" mensuales se pagan el alquiler
del dormitorio en el colegio, y algunas jóvenes ofrecen sus óvulos
para cubrir algunos de los gastos de matrícula y estancia en las
escuelas.
Se trata de capitalismo a pulso, sin el más mínimo recato para
con quienes tienen que acudir a ofertar partes de sus cuerpos como
paliativo que les garantice poder cursar estudios.
Dice la citada agencia de prensa que el tema en cuestión lo
revela el aumento de las "ofertas" de estos "productos orgánicos",
tras una serie de investigaciones locales cruzadas en clínicas y
centros para la fecundación asistida en el territorio de la Unión
Americana.
Según los últimos datos —no oficiales pero considerados
estadísticamente significativos—, en los últimos meses otoñales,
mientras se agudizaba la crisis financiera, los donantes de esperma
que tocaron las puertas de los "bancos" para ofrecer su mercancía se
triplicaron. En el mismo periodo, los donantes de óvulos crecieron
el 30%, y los de plasma alcanzaron el 50%.
Y, como muy especial o tal vez decorativo, aparecieron los
aumentos de los jóvenes que venden su larga cabellera a los negocios
que crean pelucas, moños y trenzas, y también el de las mujeres que
se ofrecen como madres-sustitutas. El incremento del número de
mujeres listas para alquilar su vientre se calcula en el 20%. Las
conclusiones las puede sacar cada cual, pero de lo que sí estoy
convencido es de lo cruel e inhumano del sistema capitalista y de la
política de mercado como único fin.