El presidente saliente de Estados
Unidos, George W. Bush, llegó hoy a la capital peruana bajo duras
medidas de seguridad, mientras en una céntrica plaza una
manifestación demandaba su juzgamiento por crímenes contra la
humanidad.
Con los días contados para dejar el mando, Bush llegó al Grupo
Ocho de la Fuerza Aérea, una base adyacente al aeropuerto
internacional Jorge Chávez, a la que solamente ingresaron
funcionarios, militares, policías y fotógrafos de prensa
rigurosamente aislados.
El gobernante norteamericano fue recibido por el ministro de
Defensa, Ántero Flores-Aráoz, y personal de protocolo, así como
personal de su embajada, y estuvo sólo unos instantes en la pista de
aterrizaje.
Bush llegó para participar en la XVI Cumbre del Foro de
Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), marco en el cual tendrá
reuniones bilaterales con los presidentes de Perú, Alan García;
China, Hu Jintao, y Surorea, Lee Myung-bak, y con el primer ministro
de Japón, Taro Aso
No tuvo ningún contacto con la población, ni siquiera en su
desplazamiento al lujoso hotel que lo albergará hasta el sábado,
pues el trayecto fue copado por miles de policías y militares para
que pase con rapidez y sin interrupciones.
La seguridad incluyó un helicóptero que sobrevoló todo el
trayecto de la caravana, en la que iban los guardaespaldas de la
Casa Blanca, la seguridad local y un vehículo todo terreno con
personal de élite de la policía, entre otros resguardos.
La seguridad en torno el hotel que lo cobija es de tal magnitud
que la zona en que se encuentra ha sido convertida virtualmente en
una jaula, por estar cercada en varias manzanas a la redonda con
rejas metálicas y policías que impiden acercarse al hotel, ni
siquiera a pie.
A varios kilómetros del hotel y del aeropuerto, una combativa
manifestación repudió la presencia de Bush, en la céntrica Plaza Dos
de Mayo, lo condenó moralmente por sus crímenes, a tiempo de
demandar que, una vez fuera de la presidencia, sea juzgado por la
Corte Penal Internacional.
La concentración fue precedida por la realización de tres
tribunales simbólicos, uno antimperialista, otro de mujeres y otro
de jóvenes, que coincidieron en la condena al gobernante
estadounidense, por sus agresiones a Iraq y Afganistán, el bloqueo a
Cuba y otros crímenes.
En sus conclusiones, el tribunal antimperialista denunció entre
las violaciones de derechos humanos cometidas por el régimen de Bush,
el encarcelamiento injusto de cinco luchadores antiterroristas
cubanos, desde hace una década.