. — Miles de iraquíes, en
su mayoría chiitas seguidores del clérigo Muqtada al-Sadr,
convirtieron hoy las habituales plegarias de los viernes en una
multitudinaria demostración de rechazo a la ocupación militar de
Estados Unidos.
Las principales plazas de Bagdad y otras ciudades del interior de
este país árabe fueron tomadas por personas opuestas a un denominado
acuerdo de seguridad a largo plazo que firmó el gobierno del primer
ministro, Nouri Al-Maliki, con su similar de Washington.
El polémico pacto, que debe ser ratificado por el parlamento
iraquí el próximo lunes, fija la permanencia de las tropas
estadounidenses hasta finales de 2011, para lo cual presionó la Casa
Blanca a fin de legitimar su presencia tras expirar el mandato de la
ONU en diciembre.
Al respecto, contempla el repliegue de esos efectivos de las
ciudades iraquíes en junio de 2009 y somete al control iraquí las
operaciones militares y el movimiento de los estadounidenses.
La parte más controversial es la que otorga al gobierno local
poderes judiciales limitados sobre los soldados norteamericanos y
otras autoridades foráneas en caso de que cometan serios crímenes
fuera de sus unidades y en acciones ajenas a sus obligaciones.
Una multitud que salió desde Ciudad Sadr se concentró en la plaza
al-Fourdos del centro de la capital y, tras los rezos de rigor,
cantaron y gritaron consignas como nunca, nunca al pacto , muerte a
los invasores, abajo los norteamericanos, y otras.
Mientras enarbolaban banderas iraquíes y vallas chiitas de color
verde, los participantes en la marcha exhortaron a los legisladores
iraquíes a vetar el texto, pese a que los partidos afines al
ejecutivo son mayoría y se da por segura la aprobación
parlamentaria.
Los sadristas advirtieron que si el acuerdo es aprobado, será un
factor de división en la lucha por la reconciliación, pues no se
puede tolerar el pacto del servilismo y la vergüenza.
Fuertemente vigilados por las fuerzas de seguridad, los
manifestantes pisotearon y quemaron una efigie del presidente George
W. Bush en el mismo lugar donde las tropas estadounidenses
derribaron hace años una estatua del derrocado mandatario Saddam
Hussein.
El rechazo de los seguidores de Al-Sadr hace temer un rebrote de
la inestabilidad, pues las milicias leales al clérigo decidieron una
tregua unilateral, pero advirtieron que podían retomar protagonismo
si consideraban dañada la soberanía e independencia nacionales.
Según reportes policiales, en las últimas horas al menos nueve
personas murieron y unas 60 sufrieron lesiones de diverso grado en
atentados separados en Bagdad y en Mosul.