El Wushu, no solo un arte marcial

Alrededor de 6 000 practicantes en 12 provincias del país y el municipio especial Isla de la Juventud. Exhibe éxitos notables la Escuela Cubana

COTO WONG
cwong@granma.cip.cu

Guardado celosamente y venerado entre los inmigrantes chinos llegados a Cuba el siglo pasado, el kung fu irrumpió en el panorama nacional muchos años después, cuando el cine echó por tierra los antiguos cánones de hermetismo y mostró al mundo los filmes del joven actor Bruce Lee y su elegante y ritmática forma de combatir.

Alumnos de la ECW enseñan el cierre de una coreografía.

Desde entonces, para la afición local amante de las artes marciales, el kung fu constituyó un misterio que llegó a su más alta expresión con el filme Los 36 escalones del Templo de Shaolín, una de las tantas puertas que descubrieron para el universo el basamento armónico, filosófico y terapéutico de lo que hoy se conoce también como Wushu, conjunto de artes marciales chinas.

En la década de los años noventa, Roberto Vargas Lee, un joven y talentoso profesor, cinta negra, quinto Dan de kárate-do estilo Joshi Mon, con muchos sueños y un mar de asombro colgándole en las sienes, partió hacia la República Popular China a conocer de primera mano los secretos del Wushu, para su posterior desarrollo en nuestro país

.“Hace tres años que practico el Taiji-Quan y nunca me he sentido tan bien ”, destacó Juana María

"Fue una etapa muy difícil al principio. Un país lejano, otro idioma, otras costumbres, una profesora que no me dejaba respirar y quien después se convirtió en una especie de mentora del Wushu cubano, me refiero a la maestra Zhu Yu Ming, a ella le debemos muchas buenas cosas", refirió Vargas Lee.

Después vinieron los días fundacionales en el Barrio Chino, las primeras clases, sus primeros alumnos. Trece años después se habla con mayúsculas de una Escuela Cubana de Wushu (ECW), miembro de la Federación Internacional de Artes Marciales Chinas, con un programa en el que lo competitivo se une a una labor educativa y a la preservación y calidad de la salud de sus practicantes y de la población en general.

La profesora Liz Batista conduce a sus alumnos en el Parque capitalino Fe del Valle.

Wushu significa arte marcial o arte militar, y define el conjunto de las artes marciales chinas. Antiguamente se conocía con el nombre de kung fu, que es una maestría, una propiedad de ser exitoso en cualquier tarea que uno realice.

En el cuartel general

Enclavada en el corazón del Barrio Chino de La Habana, en el municipio capitalino de Centro Habana, se encuentra la ECW, entidad de referencia nacional, fundada el 12 de octubre de 1995.

Su proyección tiene cuatro vertientes principales: Tao Lu, que agrupa las manifestaciones competitivas modernas y tradicionales; San Shou, referida netamente al combate; la terapéutica y la cultural, con las danzas del León y del Dragón, ambas partes integrantes de las tradiciones chinas.

En el cuartel general no se descansa ni un minuto. En una pequeña oficina se muestra el corazón de la escuela y, cuando el visitante penetra en ella, se siente esa atmósfera china tan conocida por los cubanos: cuadros, pisapapeles, cerámicas alusivas a esa ancestral cultura.

"Actualmente hay alrededor de 6 000 practicantes distribuidos en las provincias de Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Sancti Spíritus, Cienfuegos, Villa Clara, Ciego de Ávila, Camagüey, Holguín, Las Tunas, Santiago de Cuba, Guantánamo, y en el municipio especial Isla de la Juventud", destacó Irela Quiroga, secretaria de la ECW.

"Solo aquí, en Ciudad de La Habana, tenemos una matrícula de 3 000 alumnos entre las edades de 4 años hasta 95. La incorporación no se detiene porque las personas se interesan por lo que hacemos, ya sea desde el punto de vista competitivo como por el valor terapéutico que tiene su expresión más acabada en el Taiji-Quan", comentó Serafín Chuit, árbitro internacional de ajedrez y miembro de la Junta Directiva.

La constancia, la organización y el hecho de mantener un alto nivel de actualización han posibilitado la expansión y desarrollo del Wushu en la Isla.

TAIJI-QUAN Y LOS CÍRCULOS DE ABUELOS

Temprano en la mañana el parque capitalino Fe del Valle, en Galiano y San Rafael, uno de los tantos puntos de la ciudad donde se práctica el Taiji-Quan, se repleta de pobladores entre las edades comprendidas de 12 a 90 años.

En tres grandes grupos profesores de la ECW imparten el paquete de ejercicios a niños y jóvenes que padecen de alguna enfermedad, incluso, cáncer, y a personas de la tercera edad.

El Taiji-Quan desarrolla la espiritualidad, el autocontrol de la mente, el fortalecimiento total de todo el cuerpo mediante el autocontrol de la respiración, logrando con ello que circule la energía por el organismo, entre otras buenas particularidades.

Juana María Azcuy Caraballo tiene 84 años de edad y es una de las alumnas que nunca faltan a sus clases matutinas.

"Yo no podía mover mis brazos. No lograba tocarme la espalda con la punta de los dedos. El asma me golpeaba duro a cada momento. Estaba muy mal. Ahora soy otra persona. Mi vida ha dado un vuelco de 360 grados", recalcó Juana, integrante del Grupo Eterna Juventud de personas de la tercera edad, conducido por la profesora Liz Batista, alumna de la ECW.

Los otros dos grupos son Futuro del Taiji-Quan, formado por las edades de 30, 40 y 50 años, y el de Jóvenes, integrado por más de 20 profesores que llevan el peso de las clases y en donde se pueden encontrar a los atletas de alto vuelo competitivo.

"El efecto terapéutico que tiene el Taiji-Quan podría ayudar más a las personas de la tercera edad. Nos referimos a ejercicios respiratorios, mentales, de armonía, de movimiento energético y del autocontrol de esa energía; hablamos de un mejor enfrentamiento a los problemas de salud", refirió Vargas Lee.

¿POR QUÉ ESCUELA CUBANA?

Se dice, con razón, que el Wushu cubano le ha hecho aportes prácticos a la teoría china. El ejemplo más vivo es la incorporación de los niños al Taiji-Quan, algo que en esa lejana nación solo hacen los adultos.

"Los niños logran mayor concentración para el estudio, y mejoran la disciplina. Les exigimos estar correctamente vestidos y pelados, y se les enseña un concepto ético sobre la vida que después servirá para su desarrollo posterior.

"El lema Mi vida es un arma de la Revolución, encierra el basamento ideológico que conocen desde temprano y están conscientes de ello.

"Se practica Wushu por sus valores, jamás hemos insistido en su aspecto combativo, no es para agredir sino para asimilarlo como un método que potencie la salud. Por eso es una escuela, porque destacamos más el valor educativo que la defensa personal.

"El otro aspecto importante es el gusto de los cubanos por el mundo chino. El Wushu no solo se interpreta aquí como un arte marcial de combate, sino como un elemento importante de la cultura, la educación y la salud", finalizó Vargas Lee.

 

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