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Techos contra huracanes
RONALD SUÁREZ RIVAS
La última palabra la tendrá el próximo huracán de gran intensidad
que azote a la provincia; pero ingenieros y constructores aseguran
que el nuevo tipo de techo con el que se han empezado a cobijar
cientos de hogares pinareños, será capaz de soportar los más fuertes
vientos.
La
cubierta terminada tiene la misma apariencia que un techo de placa.
Aunque a nivel internacional la tecnología no constituye una
novedad, es la primera vez que en Pinar del Río se utiliza a gran
escala en la construcción de viviendas.
La prioridad se concentra en las casas que perdieron la cubierta
tras el paso de Gustav y Ike, cuyos cimientos y paredes resistan el
peso. Antes de que termine el año, se espera rehabilitar unas 2 000.
El procedimiento consiste en colocar una base con planchas de
poliespuma reforzadas con vigas de concreto. Encima se sitúa una
malla metálica y una capa de cinco centímetros de hormigón. La
apariencia final es la misma que la de un techo de placa.
Su virtud principal es la resistencia. Además, el montaje es
sencillo y rápido, no requiere medios de izaje, y reduce
considerablemente el gasto de materiales.
Luis Alberto Rodríguez, director del Grupo Empresarial de la
Construcción en el territorio, explica que el MICONS y la Vivienda
supervisan el proyecto, pero para avanzar a la velocidad que impone
el deterioro del fondo habitacional en Vueltabajo, es necesaria su
popularización. "Es una tecnología sencilla, que permite que los
propios damnificados puedan desarrollarla".
Del dicho al techo...
"Fuerte, fácil de maniobrar, fresco, porque la poliespuma actúa
como aislante térmico e impide la transmisión de calor o frío. Ese
es el criterio de los que trabajamos con la mezcla", afirma Juan
Manuel Ramos, albañil de la ECOAI #1 del MICONS.
Las
piezas de poliespuma, procedentes de una fábrica de La Habana, se
ensamblan según las dimensiones de cada vivienda.
"Al principio hubo quienes lo rechazaron por miedo a que se
mojara, pero después de ver el resultado, mucha gente ha empezado a
reclamarlos", agrega Fredy León, de la misma entidad que ha sido
designada para edificar las primeras cubiertas en Herradura, el
poblado del municipio de Consolación del Sur donde se ha iniciado el
programa. Por ello, a pie de obra, sus hombres capacitan a las
brigadas que llegan de toda la provincia para tomar experiencia.
"Lo primero es visitar la casa. Si el cerramento está al mismo
nivel de las paredes, le damos más altura para que tenga pendiente,
tomamos las medidas y mandamos a hacer los paneles de poliespuma",
explica Fredy.
"Cuando están listos, los montamos en la vivienda. Encima se le
pone una malla de acero y se funde el hormigón. Por último se
repella la parte interior".
Después de un mes de labor, el equipo de 10 hombres tiene cuatro
techos prácticamente terminados. "No es posible reducir ese tiempo,
porque se debe cumplir una secuencia. Solamente al hormigón hay que
darle una semana para que fragüe", comenta.
Techos a la medida
Como no suele haber dos casas iguales, a cada una se le tiene que
preparar una cubierta con dimensiones diferentes. En la planta de
prefabricado de Herradura, se ensamblan las planchas de poliespuma
según las mediciones realizadas por los constructores y se les
funden las vigas de hormigón.
“El
resultado es una cubierta sólida, con un ahorro importante de
materiales y equipamiento”, asegura Pedro Martínez.
Pedro Martínez, técnico en edificaciones, explica que en la
unidad se emplean lozas (como se les llama a esas piezas) de los
sistemas CTVU y Trimax, ambos con el mismo principio, aunque el
segundo es más resistente y se puede usar de entrepiso en viviendas
de dos plantas.
"El resultado es una cubierta sólida, que con respecto a la placa
tradicional representa un ahorro considerable de cemento, acero,
madera, puntillas, áridos y equipamiento", afirma.
Cubierta segura
El día anterior, Osbel, el nieto, clavó tablones por fuera de las
ventanas y amarró cabillas al techo de tejas para darle seguridad.
"Cuando me dijeron que el ciclón se lo había llevado, no lo podía
creer".
La vivienda de Olga Castillo, una antigua cocinera ya jubilada,
tenía apenas dos años de terminada. "No pensé que pudiera sucederle
nada", dice.
Pero a pesar de las precauciones, las primeras rachas de Gustav
rompieron una de las tejas de asbesto cemento y dejaron entrar el
aire. "Las paredes se estremecieron. Era como si una bomba hubiera
explotado adentro".
Olga logró salir y refugiarse en casa de sus vecinos. "A través
de la ventana observamos cómo las fibras se iban volando. Después no
pude ver nada más. Una especie de humo lo envolvió todo. El viento
era muy fuerte".
El relato transcurre a la sombra del nuevo techo que le acaban de
colocar. "Se ve muy sólido. Es un gran alivio para nosotros".
Para el fondo habitacional de Pinar del Río, esta experiencia
podría tener el mismo significado. Entre el 2002 y el 2005, los
huracanes provocaron aquí destrozos en 102 000 viviendas.
Tras un inmenso esfuerzo en sudor y en recursos, la provincia
había logrado solucionar más de 85 000; pero el impacto de Gustav y
Ike sumó nuevos daños en 98 000 hogares.
En medio del grave panorama, las perspectivas de extender una
tecnología que no depende de grúas ni de brigadas especializadas, no
solo abre la posibilidad de agilizar la recuperación; también
constituye una esperanza para miles de familias que sueñan con un
techo que la furia de la naturaleza no les pueda volver a arrancar. |