Primero
fue futbolista durante varios de los primeros años de la década del
sesenta y cuando pasó un día al atletismo lo escogieron para los 400
metros planos sin presumir que sería en la distancia olímpica más
corta donde brillaría como gloria cubana de la velocidad.
A Pablo Montes Casanova lo inmortalizó en el mundo del atletismo
su actuación en el relevo 4x100 cubano que obtuvo la medalla de
plata en los Juegos Olímpicos de México 1968.
Al salir de la última curva, entregó el batón en primer lugar a
Enrique Figuerola, después de que Hermes Ramírez y Juan Morales
habían corrido los dos primeros tramos. Fue una proeza que luego
imitó, inspirada, la posta femenina.
Pablo debutó en Juegos Panamericanos en Winnipeg 1967, con bronce
en 200 metros y sexto lugar en 400. Se volcó más tarde para el
hectómetro y en solo un año su formidable progreso lo hizo capaz no
solo de integrar aquella posta medallista, sino también la de
clasificar en cuarto lugar individual, con una constancia proverbial
de cronometrar cuatro veces 10.1.
Otro hito en su vida deportiva fueron las tres de oro en 100, 200
y 4x100 durante los Juegos CAC de Panamá 1970.
En el año 2005 pasó a ser parte del Salón de la Fama de
Centroamérica y el Caribe.
Próximo a cumplir los 63 años el 23 del venidero noviembre, Pablo
falleció este domingo víctima de una repentina dolencia. Su sepelio
partirá hoy lunes a las 9:20 a.m. desde la funeraria de Arroyo
Naranjo hacia el cementerio de Colón.
El atletismo en particular y el movimiento deportivo cubano en
general han perdido a uno de sus deportistas más relevantes, a una
de sus glorias de la velocidad. (E.M.)