Un total de 21 Series Nacionales, tres Selectivas, 139 victorias
con un equipo discreto como Cienfuegos, 1 816 ponches, poseedor de
los títulos centroamericano, panamericano, intercontinental, mundial
y olímpico de Atenas 2004; subcampeón en el Primer Clásico Mundial,
y 17 éxitos sin revés en la arena internacional.
Esa, en apretada síntesis, es la labor como pelotero del zurdo
cienfueguero Adiel Palma López, quien anunció su retiro del deporte
activo, pero, al mismo tiempo, manifestó su disposición de quedarse
como entrenador de los lanzadores en su propio elenco provincial. A
propósito del tema lo entrevistamos en los predios del estadio 5 de
Septiembre.
¿Quién descubre a Adiel Palma?
En 1979 hicieron una captación por las escuelas, por parte de
Jesús Gómez y Elio Socorro. Empecé a practicar en el terreno de Los
Tanques, en la barriada de Caunao, como primera base, entonces era
alumno de la escuela Fernando Cuesta Piloto. Lo de lanzador fue
accidental. Nos quedamos sin tiradores. Yo tenía potencia en el
brazo y Gómez me preguntó si estaba dispuesto, y así comencé en la
lomita desde que tenía 10 años.
¿Por qué decides retirarte?
Hace cuestión de dos años, cuando nos preparábamos para el
Clásico Mundial, tuve una molestia en la pierna izquierda. Comencé a
preguntarme qué posibilidades tenía de resistir las cargas físicas.
Este año me resentí nuevamente, ahora, incluso, de las dos piernas.
Antes de partir para Sudcorea me hicieron una prueba de las partes
blandas y detectaron calcificación. Después estuve comentando la
posibilidad del retiro con el comisionado nacional, Higinio Vélez.
Realmente el gran motivo para continuar un año más eran los Juegos
Olímpicos, pero los resultados no fueron los que esperaba. Realmente
lo pensé muy bien. El retiro es algo doloroso, pero si había que
tomar esa determinación para finalizar lo mejor posible.
En una ocasión dijiste que una carrera, cualquiera que sea,
requiere sacrificio, entrega y amor, ¿crees haber sido consecuente
con ese principio?
Esas son las bases de todo, no solo en el deporte. Si no hay amor
en lo que haces no sale. El sacrificio es muy importante: en
ocasiones es preciso dejar atrás gustos y otras preferencias por
empeños mayores. Y entrega total, porque si no lo haces así es como
si estuviera el cuerpo presente, pero no lo demás. Y tienen que
estar el cuerpo, la mente y el espíritu. Cuando uno de esos factores
empieza a fallar, las cosas no salen bien. Lo psicológico tiene un
peso muy grande. Y sí, pienso que he sido consecuente con ello.
¿Tus momentos más estelares?
Sin duda, los Juegos Olímpicos del 2004, en Atenas, en los que
obtuve tres victorias. Aunque, déjame decirte, la primera vez que
sentí con orgullo el peso y el fuego del equipo nacional fue en el
Mundial de La Habana 2003, que a pesar de peligrar por un momento lo
ganamos.
¿¼ y los más difíciles?
Estos Juegos Olímpicos de Beijing que perdimos ahora. Pensé que
podíamos retener el título. Hicimos todo lo posible; pusimos alma,
corazón y vida, y ya conoces los resultados.
¿Qué metas te propones como entrenador?
Trataré de que lo que me enseñaron a mí lo reciban otros y
hacerlo de la mejor manera posible. Pero, sobre todo, que lo
apliquen en el terreno.
¿Cuáles son los recuerdos más recurrentes por estos días?
He pensado en momentos tensos, por ejemplo, cuando tuve problemas
en el brazo. O cuando no integré el equipo nacional en 1997.
¿Tú mejor arma en el box?
Comencé lanzando rectas y curvas nada más. Después aprendí a
tirar slider. Pero mi mejor recurso fue el tenedor.
¿Los bateadores más incómodos?
Al principio en las Series Nacionales, el primera base Gilberto
Rodríguez, de Las Tunas, y en estos últimos tiempos Yoandi Garlobo,
al que siempre me costó bastante trabajo sacarle out.
¿Qué significa para ti la familia?
Un pilar muy grande en mi vida, porque para realizar muchas de
las tareas que a uno le corresponden tienes que recibir el apoyo de
la familia, sin él sería muy difícil triunfar. Esa disposición
cuando tú llegas tarde a casa es fundamental. Me satisfacen los
pasos que vienen dando mis hijos en el deporte. El mayor despunta
como buen pelotero y ahora terminó de líder en ponches. No puedo
apurarlo, todo a su tiempo. El menor, con solo cinco años, desea ser
receptor.
¿Algún mensaje a los aficionados al béisbol?
Para llegar a algo debes trabajar como el sembrador: tienes que
plantar la semilla, regarla, quitarle la mala hierba y esperar a que
dé el fruto. Decirles que durante años traté de entregar lo mejor de
mí y que agradezco todo el respaldo recibido. Lo hecho fue con amor,
entrega y sacrificio.