Palma dijo adiós…, pero se queda

ARMANDO SÁEZ CHÁVEZ

Foto: Ricardo López HeviaUn total de 21 Series Nacionales, tres Selectivas, 139 victorias con un equipo discreto como Cienfuegos, 1 816 ponches, poseedor de los títulos centroamericano, panamericano, intercontinental, mundial y olímpico de Atenas 2004; subcampeón en el Primer Clásico Mundial, y 17 éxitos sin revés en la arena internacional.

Esa, en apretada síntesis, es la labor como pelotero del zurdo cienfueguero Adiel Palma López, quien anunció su retiro del deporte activo, pero, al mismo tiempo, manifestó su disposición de quedarse como entrenador de los lanzadores en su propio elenco provincial. A propósito del tema lo entrevistamos en los predios del estadio 5 de Septiembre.

¿Quién descubre a Adiel Palma?

En 1979 hicieron una captación por las escuelas, por parte de Jesús Gómez y Elio Socorro. Empecé a practicar en el terreno de Los Tanques, en la barriada de Caunao, como primera base, entonces era alumno de la escuela Fernando Cuesta Piloto. Lo de lanzador fue accidental. Nos quedamos sin tiradores. Yo tenía potencia en el brazo y Gómez me preguntó si estaba dispuesto, y así comencé en la lomita desde que tenía 10 años.

¿Por qué decides retirarte?

Hace cuestión de dos años, cuando nos preparábamos para el Clásico Mundial, tuve una molestia en la pierna izquierda. Comencé a preguntarme qué posibilidades tenía de resistir las cargas físicas. Este año me resentí nuevamente, ahora, incluso, de las dos piernas. Antes de partir para Sudcorea me hicieron una prueba de las partes blandas y detectaron calcificación. Después estuve comentando la posibilidad del retiro con el comisionado nacional, Higinio Vélez. Realmente el gran motivo para continuar un año más eran los Juegos Olímpicos, pero los resultados no fueron los que esperaba. Realmente lo pensé muy bien. El retiro es algo doloroso, pero si había que tomar esa determinación para finalizar lo mejor posible.

En una ocasión dijiste que una carrera, cualquiera que sea, requiere sacrificio, entrega y amor, ¿crees haber sido consecuente con ese principio?

Esas son las bases de todo, no solo en el deporte. Si no hay amor en lo que haces no sale. El sacrificio es muy importante: en ocasiones es preciso dejar atrás gustos y otras preferencias por empeños mayores. Y entrega total, porque si no lo haces así es como si estuviera el cuerpo presente, pero no lo demás. Y tienen que estar el cuerpo, la mente y el espíritu. Cuando uno de esos factores empieza a fallar, las cosas no salen bien. Lo psicológico tiene un peso muy grande. Y sí, pienso que he sido consecuente con ello.

¿Tus momentos más estelares?

Sin duda, los Juegos Olímpicos del 2004, en Atenas, en los que obtuve tres victorias. Aunque, déjame decirte, la primera vez que sentí con orgullo el peso y el fuego del equipo nacional fue en el Mundial de La Habana 2003, que a pesar de peligrar por un momento lo ganamos.

¿¼ y los más difíciles?

Estos Juegos Olímpicos de Beijing que perdimos ahora. Pensé que podíamos retener el título. Hicimos todo lo posible; pusimos alma, corazón y vida, y ya conoces los resultados.

¿Qué metas te propones como entrenador?

Trataré de que lo que me enseñaron a mí lo reciban otros y hacerlo de la mejor manera posible. Pero, sobre todo, que lo apliquen en el terreno.

¿Cuáles son los recuerdos más recurrentes por estos días?

He pensado en momentos tensos, por ejemplo, cuando tuve problemas en el brazo. O cuando no integré el equipo nacional en 1997.

¿Tú mejor arma en el box?

Comencé lanzando rectas y curvas nada más. Después aprendí a tirar slider. Pero mi mejor recurso fue el tenedor.

¿Los bateadores más incómodos?

Al principio en las Series Nacionales, el primera base Gilberto Rodríguez, de Las Tunas, y en estos últimos tiempos Yoandi Garlobo, al que siempre me costó bastante trabajo sacarle out.

¿Qué significa para ti la familia?

Un pilar muy grande en mi vida, porque para realizar muchas de las tareas que a uno le corresponden tienes que recibir el apoyo de la familia, sin él sería muy difícil triunfar. Esa disposición cuando tú llegas tarde a casa es fundamental. Me satisfacen los pasos que vienen dando mis hijos en el deporte. El mayor despunta como buen pelotero y ahora terminó de líder en ponches. No puedo apurarlo, todo a su tiempo. El menor, con solo cinco años, desea ser receptor.

¿Algún mensaje a los aficionados al béisbol?

Para llegar a algo debes trabajar como el sembrador: tienes que plantar la semilla, regarla, quitarle la mala hierba y esperar a que dé el fruto. Decirles que durante años traté de entregar lo mejor de mí y que agradezco todo el respaldo recibido. Lo hecho fue con amor, entrega y sacrificio.

 

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