Desde
el fondo de la galería Martha Machado, en Nueva Gerona, José Martí
nos mira y convoca.
A ojos distraídos, la instalación de Alexis Leyva Machado (Kcho)
tal vez le parezca demasiado simple o quizá sumamente abstracta.
Cinco fragmentos de tejas de fibrocemento rotas sobre un fondo
opaco.
Pero cuando la composición se divisa atentamente, el rostro del
Apóstol, apenas sugerido, cobra una fuerza inusitada. Es un Martí
que se reconstruye desde íntimas coordenadas, del fragmento a la
totalidad. Tal como se reconstruye Cuba en estos momentos.
Otros artistas, en ocasión del Día de la Cultura Cubana, apelaron
a la figura tutelar del Maestro y la mostraron en la exposición
Con todos y para el bien de todos. La singularidad poética de
los Martí de Rancaño, Abelita, Javier, y de la estremecedora visión
de El Abra dibujada por Sándor González, hablan de una inequívoca
vocación de servicio, y de una concepción del arte que articula
inteligencia y emoción en el hecho creador.
Ante la inminencia del cincuentenario del triunfo de la
Revolución, la iniciativa de estos artistas, con el apoyo de la
UNEAC y las instituciones culturales, cobrará una dimensión mayor:
la organización de una muestra mucho más numerosa, pero de idéntico
rigor estético, que reunirá en la capital del país obras inspiradas
en la figura y el pensamiento martianos. El propio Kcho estará al
frente de la convocatoria y de la curaduría de la exposición.
Se trata de otra vuelta de la espiral ascendente en la generosa
entrega protagonizada por los escritores y artistas en las semanas
que han mediado desde que los dos poderosos huracanes asolaran
prácticamente todo el territorio nacional y que tuvo un punto
culminante el pasado fin de semana en la Isla de la Juventud, cuando
decenas de creadores fueron al encuentro de la población pinera y la
Unión de Jóvenes Comunistas reconoció el valor de ese extraordinario
aporte.
Pienso sea necesario meditar sobre lo que representa este nuevo
entrelazamiento entre la vanguardia política, la vanguardia
artística y literaria, y el pueblo. La primera, como medio siglo
atrás, sigue siendo la garantía de la unidad y el triunfo de las
ideas socialistas. La segunda, desde su diversidad más plena, se
torna cada vez más fecundante y completa. Quizá las palabras de Kcho
en su carta a Fidel expresen con mayor elocuencia lo que trato de
decir:
Un día, cuando lo acompañaba con un grupo de artistas a la
inauguración de una bella escuela de artes plásticas en la ciudad de
Morón, usted me preguntó: "Kcho, ¿cuándo tú te vas a retirar?",
luego de hacerle la misma pregunta a un grupo de compañeros de larga
historia de servicio a la Patria, al pueblo y a la Revolución, y yo
le respondí: "nunca, porque el arte no es un trabajo".
Fidel, yo estaba equivocado: ser artista es un trabajo
maravilloso, es una responsabilidad muy grande que va más allá del
acto creativo, porque el artista cubano está educado en la entrega
total a su pueblo, a su patria; el artista cubano es soldado de su
pueblo; es un médico del espíritu al servicio de la humanidad,
porque como dijo Martí, "Patria es humanidad".
Y todo cobra razón de ser en las realizaciones, aspiraciones y el
espíritu resistente de las cubanas y los cubanos.