Curtis cumplió los 82 años de edad, uno más de los que tuviera la
Monroe si la vida no le hubiera tendido tantas trampas, y la
película en cuestión es Algunos prefieren quemarse, ese
clásico dirigido por Billy Wilder en 1959, en el que tan buen
desempeño tuvieron ambos.
Muerta a los 36 años, el esplendor erótico de Marilyn sigue
siendo motivo de culto, tanto por lo resaltante en su tiempo ––el
famoso almanaque mostrándola desnuda, sus filmes, sus poses¼
––, como por recientes hallazgos, que incluyen sesiones de fotos
inéditas con muy poca ropa y sensualidad a raudales, hasta
fragmentos de "películas caseras" que permiten apreciarla sin
artificio alguno.
Un revivir constante de su imagen que hace declarar a no pocos
nacidos después de la muerte de la estrella ––famosos del
espectáculo incluidos–– que la siguen considerando el ideal de sus
sueños carnales.
Sex symbol por excelencia de los años cincuenta a partir de su
atrayente figura y de películas como El gran Houdini y Su
alteza el ladrón, Tony Curtis trata de mantener vivo el mito
cinematográfico, aunque ahora desde su posición artística de pintor
que vive del pincel. Una larga adicción a las drogas y las numerosas
cirugías estéticas a las que recurrió para tratar de alargar la
juventud y seguir rompiendo corazones en la pantalla, lo hacen
irreconocible en su silla de ruedas.
Sabe el héroe de Trapecio que el estar vivo ––al contrario
de su compañera de reparto–– le cierra en buena medida las puertas
de los símbolos cinematográficos perdurables en el tiempo, gracias
más al atractivo físico que al talento (no olvidar que lo mejor y
más profesional en el cine logró concretarlo cuando no era
precisamente "un lindo" de la pantalla).
Pero Tony se mantiene en la pelea de "lo vigente" y recuerda en
entrevistas recientes, a meses de que se cumplan los cincuenta de
Algunos prefieren quemarse, que fue amante de Marilyn y que por
su cama pasaron más de mil amantes y que si ha logrado llegar hasta
aquí se debe "a la saliva de las mujeres hermosas".
Marilyn en cambio, sin abrir la boca, todo lo vende.