Trinidad después del vendaval

La llamada “ciudad museo” logró proteger lo mejor de su patrimonio y a solo días del paso del huracán ya recuperó su infraestructura turística y el esplendor colonial que la distingue

Juan Antonio Borrego Díaz

La imagen del techo a dos aguas del emblemático teatro La Caridad arrancado de su sitio original y suspendido de los cables eléctricos y los aleros estropeados una cuadra más abajo, en la calle Francisco Javier Zerquera, ilustra la crudeza del impacto de Ike más que cualquier inventario de daños.

Las medidas adoptadas por la Oficina del Conservador de la Ciudad ayudaron a preservar el rico patrimonio que atesora la villa trinitaria.

Por lo menos así lo cree Noemí Margariño, una lugareña que el pasado 8 de septiembre a las 7:25 de la noche creyó que el mundo se le venía encima cuando en medio del huracán sintió aquel estruendo sobre su casa.

La estampa del teatro La Caridad, sin embargo, no alcanzó categoría de exclusiva: en todo el municipio, cerca de mil viviendas quedaron averiadas, la caída de la torre de La Vigía —ya había sido derribada por el Dennis en el 2005— volvió a dejar incomunicada a la ciudad, deslizamientos nunca antes vistos en la carretera de Topes de Collantes estuvieron a punto de interrumpir el tráfico intramontano, la crecida del Agabama cortó el acceso terrestre con la capital provincial¼

Atravesada en el itinerario del huracán —expertos aseguran que su centro pasó a unos 30 kilómetros de la ciudad y apenas a 11 de las instalaciones turísticas de la península de Ancón—, Trinidad no solo logró proteger lo mejor de su patrimonio, sino que a muy pocos días del paso del meteoro ya recuperó su infraestructura turística y el esplendor colonial que la distingue como uno de los centros urbanos mejor conservados en toda América.

Torre de Manaca Iznaga, en el Valle de los Ingenios, con casi dos siglos de existencia, una reliquia a prueba de huracanes.

"Si ustedes hubieran visto cómo quedó este pueblo de escombros y de árboles por todos lados... Había calles por las que no se podía pasar", comenta Manuel Iznaga, un trinitario que ya ha vivido varios ciclones en la villa.

VALE MÁS "UN POR SI ACASO"

"La previsión fue determinante para que no se reportaran pérdidas más cuantiosas —asegura Norberto Dorta, presidente del Consejo de Defensa Municipal—, aquí nunca antes se había visto que los propios vecinos tuvieran la iniciativa de proteger los techos con peso encima y hasta de bajarlos en algunos casos, algo que muy bien se justifica porque con la situación que tiene el país no podemos darnos el lujo de perder más recursos."

Lo que los trinitarios llaman la táctica del "por si acaso", una lección aprendida tres años atrás con el paso por estos predios del huracán Dennis, también llegó a la Oficina del Conservador de la Ciudad, cuyos trabajadores desmontaron las luminarias y toda la señalización en el Valle de los Ingenios, las carreteras adyacentes y en las 48,6 hectáreas que abarca el centro urbano.

Norberto Carpio, director de la Oficina, cuenta que desde el Ejercicio Meteoro 2008, realizado en mayo pasado, la entidad comenzó a apuntalar los edificios en mal estado de la zona patrimonial trinitaria, lo que los ayudó a resistir la intensidad de los vientos superiores a los cien kilómetros por hora y en consecuencia minimizaron los daños.

Las casas de Guachinango y de Buena Vista, por ejemplo, dos reliquias situadas en el Valle de los Ingenios y visitadas anualmente por miles de turistas foráneos y nacionales, recibieron trabajos preventivos para proteger sus estructuras.

La pérgola de la céntrica Plaza Carrillo, que ya había sido derribada por el Dennis, no corrió igual suerte y quedó de nuevo convertida en un amasijo de hierros, al que manos hábiles tratan de dar forma una vez más. "En el 2005 también se cayó —recuerda con nostalgia Manuel Iznaga— y aquí no nos damos por recuperados hasta que no podamos sentarnos a su sombra".

OTRA HISTORIA EN EL CAMPO

Trinidad logró poner a buen recaudo a sus hijos y a lo mejor de su historia y su patrimonio cultural, pero en la agricultura perdió irremediablemente plantaciones de mango, boniato, yuca, malanga, hortalizas y granos, además de 16 000 latas de café, según cálculos oficiales.

"La agricultura ya estaba arruinada por las inundaciones que nos provocó la tormenta Fay —recuerda Norberto Dorta—, ahora tenemos que trabajar duro en los cultivos de ciclo corto, en la agricultura urbana, porque los efectos se apreciarán a largo plazo y en lo posible debemos tratar de contrarrestarlos."

De momento ya han sido recuperadas más de mil latas de café, cifra que debe incrementarse a partir del aporte de los estudiantes en la Escuela al Campo y se labora en otros frentes vinculados a la producción de alimentos tanto en áreas del MINAGRI como del MINAZ.

A LA VERA DEL MAR

Ancón, una lengua de tierra caprichosamente interpuesta entre la bahía de Casilda y el mar abierto, donde la persistencia del hombre ha sembrado carreteras, pedraplenes, hoteles para conquistar la naturaleza, fue quizá el sitio más golpeado por el ciclón.

Las principales afectaciones estuvieron concentradas aquí en los hoteles Brisas Trinidad del Mar, Club Amigo Costasur y Ancón, donde se registraron daños en los falsos techos, la cristalería, la marquetería de aluminio y las áreas exteriores, además del impacto a las zonas de playa.

El polo hoy funciona sin limitaciones, según refiere Aleinor Zerquera, delegada del Ministerio del Turismo en la provincia, resultado en primer término de la respuesta de los trabajadores del sector.

Previo al azote de Ike, cientos de turistas que disfrutaban en la península trinitaria fueron trasladados a hoteles más seguros, decisión que agradecieron los visitantes, algunos de los cuales después hasta se sumaron al ajetreo de la recuperación, como Marcel, un canadiense que regresa habitualmente al hotel Ancón y que ahora anda contando la "aventura" de vivir un vendaval horrible en una ciudad que ha aprendido a protegerse.

 

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