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Indeciso gobierno iraquí sobre suerte de
mercenarios sunnitas

BAGDAD, 3 de octubre (PL).— Agobiado por la persistencia de acciones armadas de resistencia a la ocupación norteamericana, el gobierno de Iraq encara hoy con indecisión las presiones internas y foráneas para reinsertar socialmente a unos 100 mil mercenarios sunnitas.

Expertos en política iraquí vaticinan un escenario potencialmente explosivo en este país árabe debido al proceso ya en marcha para formalizar, con presupuesto nacional, el pago salarial a los miembros de los Consejos Sahwa o Despertar.

El gobierno de Iraq asumió desde este jueves, la remuneración de 54 mil miembros de los Consejos Sahwa, sunnitas financiados y armados hasta ahora por Estados Unidos para combatir a la resistencia y cuyos salarios tienen un costo anual de 360 millones de dólares.

Washington argumentó en 2005 que esos hombres que se le habían unido después de combatir a sus tropas y al ejército iraquí, tenían la nueva misión de enfrentar a la red Al-Qaeda, y desde entonces los armó, entrenó y mantuvo financieramente.

Los primeros destacamentos surgieron en la provincia de Al-Anbar y posteriormente se extendieron entre las tribus árabes sunnitas de las provincias de Salaheddin, Diyala, Nínive, Tamim y Bagdad.

Según el analista iraquí Sabah Al-Mokhtar, el panorama será complejo tomando en cuenta los enfrentamientos sectarios entre musulmanes chiítas, que son mayoría en el ejecutivo, y sunnitas, concentrados en la región occidental.

El punto más controversial es que mientras La Casa Blanca y el gobierno del primer ministro Nouri Al-Maliki afirman que los referidos milicianos a sueldo combaten a Al-Qaeda, para muchos iraquíes el asunto no pasa de ser una cuestión semántica.

Hay una ocupación extranjera en Iraq a la cual se oponen por diversas vías y métodos gente de todo tipo, chiítas, nacionalistas, cristianos, incluso algunos sunnitas y hasta extremistas islámicos, observó Al-Mokhtar en declaraciones al canal qatarí Al Jazeera.

Recordó que Al-Maliki es presionado por Estados Unidos para que asuma el pago a los 100 mil miembros de los Consejos Sahwa y, además, los incorpore en el ejército nacional, institución que junto con la policía se nutre básicamente de personal de confesión chiíta.

Círculos diplomáticos sostienen que las autoridades iraquíes temen una disolución de la identidad chiíta en sus instituciones, aunque para aplacar las presiones estadounidenses prometieron dar empleo y entrenamiento a los Sahwas.

Por su lado, los jefes tribales de los Consejos Sahwa esgrimen peligro de maltratos contra sus efectivos, y reclaman espacios a partir de la amenaza de que sin sus huestes, la red Al-Qaeda podría volver a ser fuerte en Iraq.

Otros expertos creen que los Consejos pueden asumir o respaldar sin grandes complicaciones las labores del ejército y la policía, instituciones golpeadas por la falta de credibilidad de la ciudadanía y hasta ahora incapaces de garantizar la seguridad en el país.

El gobierno iraquí, en todo caso, es partidario de un proceso muy riguroso de selección de los sunnitas que podrían incorporarse a instituciones de seguridad o a labores productivas.

A las autoridades de Bagdad no les resulta ajena la preocupación de que los sunnitas que antes combatieron como insurgentes a las tropas norteamericanas y al dominio chiíta, quieran ahora recuperar parte o todo el poder perdido.

Se trata, según coinciden todos, de una integración necesaria, pero que se vislumbra muy difícil por el mismo sectarismo religioso exacerbado por las fuerzas invasoras desde 2003.

 

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