Cuando Argentina fue Ravensbrück

Durante la dictadura argentina 500 niños fueron secuestrados en los centros de detención. Su identidad quedó reemplazada tras el asesinato o desaparición de sus padres por los militares. La labor de las Abuelas de Plaza de Mayo ha permitido a 95 de ellos, hoy jóvenes, el reencuentro con su verdadera historia

MIRIELA FERNÁNDEZ LOZANO

La carta transitó el otoño de 1995. Llevaba la letra del escritor argentino Juan Gelman. "Dentro de seis meses cumplirás 19 años. Habrás nacido algún día de octubre de 1976 en un campo de concentración. Poco antes o poco después de tu nacimiento, el mismo mes y año, asesinaron a tu padre de un tiro en la nuca... Él estaba inerme y lo asesinó un comando militar, tal vez el mismo que lo secuestró con tu madre el 24 de agosto en Buenos Aires... Tu padre se llamaba Marcelo. Tu madre, Claudia".

Después del golpe de Estado, dirigido por el general Jorge Videla en marzo de 1976, Gelman no solo había vivido la desaparición de Paco Urondo, Haroldo Conti, Rodolfo Walsh y otros amigos de lucha e ideas, sino la de su propio hijo, su nuera, y la única descendiente de estos dos jóvenes.

En ese tiempo, Argentina también fue como Ravensbrück. Los días se contagiaron con lo ocurrido en la década del cuarenta en aquel campo de concentración nazi destinado casi exclusivamente a mujeres, el mismo al que fueron llevadas las víctimas de los sucesos de Lídice, sin que volvieran a estar junto a sus hijos.

Juan Gelman junto a su nieta Macarena.

Por su oposición al régimen dictatorial argentino, muchachas embarazadas fueron conducidas a centros de detención como la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) o el Hospital Militar de Campo de Mayo, transformados en "maternidades" secretas. Muchos de estos niños como Macarena Gelman, quien a los 23 años recuperó su verdadera identidad y finalmente supo sobre la carta de su abuelo, contarían después cómo transcurrió su infancia en una familia de militares. Unos 500 menores, según las Abuelas de Plaza de Mayo, fueron apropiados por personas vinculadas a la dictadura.

UN LARGO PROCESO

¿Quién soy yo?, el documental de la realizadora norteamericana Estela Bravo, constituyó una contribución a las investigaciones de las Abuelas de Plaza de Mayo. El material, exhibido el pasado Festival de Cine Latinoamericano, funciona como una segunda parte de otro (Niños Desparecidos), que junto al cineasta Tristán Bauer, filmara en 1984.

Bravo no solo arroja luz sobre el trabajo de esta organización, sino que deja ver los resultados de la campaña que realiza a nivel mundial desde 1977.

En plena dictadura, las madres de los desaparecidos se unieron en busca de descendientes, muchos en manos de militares. En aquella época era muy difícil rastrear historias fragmentadas. Las desapariciones, que llegaron a 30 000 al caer la Junta Militar en 1983, trascendieron las fronteras argentinas debido a los vuelos ocultos del Plan Cóndor.

Tampoco se contaba como hoy con un Banco Nacional de Datos Genéticos, mediante el que las Abuelas de Plaza de Mayo comprueban el resultado de las investigaciones. No obstante, en ese periodo lograron restituir la identidad a los primeros dos niños.

Desde 1992 la Comisión Nacional de Derecho a la Identidad (CONADI) ha apoyado la labor de las Abuelas, quienes en este momento tienen una estrecha alianza con el Gobierno de Cristina Fernández. Como consecuencia, los procesos judiciales contra los culpables, iniciados en 1996, han vuelto a salir de las gavetas. Muchos represores quedan ahora rendidos tras la evidencia.

Pero, además, este largo proceso ha permitido la incorporación cada vez mayor de los hijos de desaparecidos. Como ha dicho Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo: "Hace 20 años dijimos que en el futuro los niños van a ocuparse de nosotros". Y es lo que está ocurriendo. Muchos jóvenes trazan el camino de reencuentro con su propia historia.

ANDAR EL PASADO

"Por eso en febrero hice declaraciones públicas pidiendo que realmente se investigue y se sepa qué pasó. El caso ha sido archivado dos veces. El expediente es enorme. Hay algo que los militares siempre invocan y que es la Operación Zanahoria*, la operación de remoción de los cuerpos enterrados. Obviamente, no fue completa."

Quien habla es Macarena Gelman. Durante una entrevista con el periódico argentino Página 12 explica los pasos que ha seguido para reabrir la investigación sobre la desaparición de su madre en Uruguay, adonde los militares la trasladaron como parte del Plan Cóndor.

Desde el reencuentro con su abuelo y el conocimiento de su verdadera historia, ha empezado a andar el pasado al integrarse a los procesos de denuncia contra las dictaduras en América Latina.

Según las Abuelas de Plaza de Mayo, la aparición de la verdad trastoca la vida de los jóvenes, las cambia. Muchos, desde diferentes posiciones, asumen el compromiso que significa borrar la desmemoria.

Verónica Castelli no lo puede creer. "Tengo una sensación similar al momento en que nació mi hijo. Por primera vez me siento plena. Dediqué mi vida a esto. Estoy muy feliz", dice después de haber escuchado a Estela de Carlotto anunciar ante todos que su hermana ha sido encontrada.

Como integrante de HIJOS, agrupación a la que pertenecen jóvenes cuyos padres fueron víctimas de la dictadura, Verónica vivió años entre viejos retratos y declaraciones, uniendo piezas sueltas para hallar a su hermana.

A sus padres, María Teresa Trotta y Roberto Castelli, militantes de Montoneros, organización armada que enfrentó al régimen dictatorial, no los volvió a ver después de que fueran detenidos en 1977. Entonces tenía tres años. Al principio solo supo que su hermana había nacido en prisión, exactamente en el Hospital Militar de Campo de Mayo, y que luego los militares la secuestraron.

Verónica reconoce que la búsqueda no ha sido fácil, pero su rostro parece despedir las tristezas ante la posibilidad del primer abrazo después de 30 años.

Como estas podrían contarse otras anécdotas. Hace solo unos días los principales medios argentinos referían la restitución de la identidad al hijo de Liliana Pereyra y Eduardo Cagnola, estudiantes de derecho detenidos en Mar del Plata en 1977. El niño nació en la ESMA y quedó a cargo de un subprefecto naval. Hoy ha sido encontrado por las Abuelas de Plaza de Mayo. Hasta ahora son 95 los jóvenes que, entre emociones, asombro, dolor e incertidumbre, comienzan a escribir su nueva historia.

*Con la Operación Zanahoria, realizada en Uruguay, los militares pretendieron borrar las huellas de los asesinados por la dictadura, entre ellos estaban muchos argentinos que fueron trasladados a ese país a través de los vuelos del Plan Cóndor.

 

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