El espíritu se escapa por la ventana

Leyla Leyva

Desde que Roberto Méndez (Camagüey, 1958) publicara su primer libro, Carta de relación, han pasado ya dos décadas. Tiempo en que este fecundo autor se ha acercado a casi una veintena de títulos, fundamentalmente de poesía y ensayo. Ha sido distinguido con el Premio de Poesía Nicolás Guillén (Viendo acabado tanto reino fuerte, 2000), los de Crítica 2000 y 2001, y en el 2007 con el Alejo Carpentier de ensayo, por Lluvia, patria, laurel. Asedios a la Lírica de Gertrudis Gómez de Avellaneda. Recientemente vio la luz El rostro, que edita Letras cubanas.

Roberto Méndez.

En este libro suyo existen zonas que transpiran un aire diferente del resto de su obra poética: de gratitud, podría decirse. Y también mayor reflexión, equilibrio, gozo familiar. ¿Qué momentos vive hoy su poesía?

El rostro comienza a escribirse casi a la vez que se inicia mi vida matrimonial, para decirlo al modo de Juan Ramón Jiménez es el libro de "un poeta recién casado". Por eso trasunta un júbilo, una paz y esperanza que no tienen semejanza en volúmenes anteriores. Por otra parte, es el libro que sigue cronológicamente al Cuaderno de Aliosha, con sus prosas purificadoras y su búsqueda de una espiritualidad personal y alta. Después de ambos libros mi poesía prescindirá de ciertos ornamentos y complacencias estéticas, para buscar una belleza que tiene que ver con el encuentro con lo trascendente.

Se ha dicho que es un poeta que fija el ancla del discurso en la tradición lírica, incluso mística, la referencia asimilada. ¿Cree que sea realmente así?

Escribo sin perder la lucidez de que vengo de una tradición, específicamente la hispánica. En mi obra están "digeridos": Quevedo, San Juan de la Cruz, Unamuno, Juan Ramón, tanto como Martí o Lezama. Los místicos o mejor, los que buscan lo trascendente, tienen un lugar muy querido en mi obra. Por otra parte no creo en experimentalismos, ni en novedades absolutas, ni en "dinamitar el lenguaje". El idioma viene con lo que se tiene que decir y en mi caso prefiero que tenga sabor añejo como los buenos vinos.

¿El ensayista completa al poeta o es el poeta quien encuentra motivos de creación en la investigación?

El poeta es el dominante y deja espacio para explorar en las obras de otros poetas: Heredia, la Avellaneda, Lezama. En último caso uno se responde muchas interrogantes sobre la propia creación cuando estudia la obra de los otros.

Después de la novela Variaciones de Jeremías Sullivan, un escritor tan abundante como usted no ha publicado nada más en narrativa. ¿Por qué?

No soy un narrador "profesional", después de esa novela he escrito otras dos, pero demoro mucho en dar por terminados mis libros, quizá un día sorprenda a los lectores cubanos con alguna de ellas.

Hace ocho años se convirtió en el primer ganador del Guillén. También es el único cubano que, además de ese prestigioso premio de poesía, obtuviera hace apenas dos años el Carpentier de ensayo por un libro sobre la lírica de la Avellaneda. Un hecho en el que han reparado pocos y al que creo nunca se ha referido la prensa...

Son dos premios muy importantes, es cierto que soy el único en la Isla que tiene ambos. Pero en fin, los premios ayudan a promover la obra, pero no te definen. Cuando uno habla mucho de su currículo, siempre algún envidiosillo se irrita, pero además el espíritu se escapa por la ventana. ¿Qué premios ganó Martí?

¿Cómo es un día promedio del poeta del El rostro, teniendo en cuenta que forma parte de la Academia Cubana de la Lengua, escribe crítica en los medios de manera periódica, dicta cursos, continúa creando y cumple, con disciplina envidiable, ciertos compromisos de la vida cultural y social nuestra?

Un día promedio es simplemente una jornada cargada de trabajo, pero de ese "gustoso" en que basaba Juan Ramón Jiménez su "comunismo poético". Me levanto temprano y procuro aprovechar la mañana para escribir y la tarde y parte de la noche para leer, sin olvidar el intercalar ciertas tareas domésticas. Pero también hay grabaciones radiales, un espacio que conduzco en el Centro Loynaz, jurados, eventos, reuniones académicas, en fin, no queda mucho espacio para el ocio, pero me hace sentir vivo y más joven. Admiro a los autores que trabajaron muchísimo: Santo Tomás de Aquino, Lope, Balzac, Marx, Víctor Hugo, la Avellaneda, Martí. Trabajar me justifica, lo demás lo dará el tiempo.

 

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