Casi
terminaba el siglo XIX y España cedía a Estados Unidos el territorio
de Puerto Rico. El 25 de julio de 1898, tropas estadounidenses
invadían la Isla, para ceñirla desde entonces a un estatus colonial.
La lucha contra el poder extranjero se había iniciado cuando
España era metrópoli. En el Caribe, Cuba y Puerto Rico culminaban la
centuria viendo cómo las aspiraciones de independencia se eclipsaban
ante la intromisión yanki.
En 1917, EE.UU. imponía la ciudadanía norteamericana a la pequeña
nación. Nada más "apropiado" cuando la Primera Guerra Mundial exigía
a los norteños el envío hacia el frente de "carne de cañón".
La lucha nacionalista no cesó. En 1952, Washington maquillaba la
estructura neocolonial y daba nuevo nombre al estatus de Puerto
Rico. Pero el Estado Libre Asociado que, eufemísticamente, sería la
nación, no destruiría el espíritu libertario, que resurge de los
pilares ejemplares construidos por luchadores como Ramón E. Betances,
Eugenio María de Hostos y Pedro Albizu Campos.