Tammy
López Moreno, o simplemente Tammy pertenece a la nueva oleada de
músicos que se instala con voz propia y aires renovadores en el
panorama de la canción cubana.
Un concierto, el pasado junio en Casa de las Américas, fue su
carta de presentación. Con un repertorio a base de temas en gran
mayoría compuestos por ella, anticipó su huella en un territorio
donde la canción gana en libertades expresivas, a partir de
múltiples fuentes, pero con un hilo conductor que la conecta a
antecedentes trovadorescos de mucha valía.
Si bien todavía esta cantautora está en la etapa de digerir
influencias, temas como Desierto, Cambios y Deseos
de mujer la colocan, con singular y prometedora presencia, en el
campo de lo que quizás sea una nueva forma de enfocar el filin.
El carácter de esta aproximación al despunte de Tammy no permite
ahondar en este concepto —la musicología cubana que atiende los
procesos de la música popular contemporánea tiene ahí mucha tela por
donde cortar—, pero sí al menos situar como referencia el trabajo
que vienen desarrollando Roberto Julio Carcassés —no es casual que
hasta el momento haya sido guía de la joven artista—, Yusa, Haydée
Milanés, Francis del Río y Descemer Bueno, gente que, por demás, ha
estado al tanto de la incipiente carrera de Tammy.
En esta se da otra condición: su vocación por el violín,
instrumento en el que está a punto de finalizar estudios en el
Instituto Superior de Arte, bajo la égida del maestro Augusto Diago,
y con el que ha participado en varios proyectos discográficos como
Goza pepillo, de Interactivo, Gran Premio Cubadisco;
Breathe, de Yusa; Bossa cubana, de Sexto Sentido; y
Tengo nada, de Warapo.
Al hablar de influencias, el espectro de Tammy se aclara: "Me
nutren las canciones de Pablo, Silvio, Sabina, pero al mismo tiempo
disfruto mucho los boleros y los sones tradicionales".
Aunque todavía es muy pronto exigirle una definición de su obra,
la cantautora señala: "No solo me interesa poner música a mis
vivencias sino a las de mi generación. Suena un poco ambicioso pero
es lo que siento. Me gustan las líneas melódicas que permitan jugar
con las armonías y sorprendan agradablemente a quienes las escuchan.
Eso sí, soy autocrítica con lo que hago; una cosa es la inspiración
y otra muy distinta trabajarla hasta que te parezca aceptable el
resultado final. Por eso no me apura el disco. Cuando me decida a
grabar, y encuentre un sello que le interese mi trabajo, será porque
lo tenga todo listo".