Sorpresiva, sin un remarque de que estaríamos frente al último
Costa Gavras ––ese clásico viviente–– pasó este sábado por
televisión La cuchilla, basada en la novela de otro grande,
Donald E. Westlake, el prolífero autor norteamericano tantas veces
llevado a las pantallas, entre otros por Godard en Made in USA
y por John Boorman en una de esas películas que siguen peleando al
paso del tiempo, A quemarropa (con Lee Marvin, claro).
Entero y más anticonformista que nunca al llegar a los 75, Costa
Gavras sigue puntualizando en sus filmes los asuntos que más lo
inquietan. Así lo hizo con Z (1969), aquella denuncia a la
Grecia de los coroneles con la que dejara inaugurada en buena medida
la vía del thriller político, luego seguida con Estado de sitio,
Desaparecido, Amén y varias más.
Costa Gavras tomó la novela negra de Westlake (un autor con casi
100 títulos) para elaborar una cínica mirada al mundo del desempleo
que hoy, y cada vez más, se viene tragando a medio mundo neoliberal.
La ferocidad del individualismo como arma indispensable para
asegurarse un lugar entre los sobrevivientes. De ahí que el
protagonista, amantísimo padre de familia dejado cesante, decida
solucionar su problema asesinando a cuanto contrincante laboral
pueda surgirle en el camino.
Filme que se mueve entre la seriedad y el humor negro, el diario
Le Monde calificó La cuchilla de "desciframiento nervioso de
un horror económico que empuja a los hombres a convertirse en
predadores de sus semejantes". Encomió el rotativo la novela escrita
por Westlake en 1997 y dijo que Costa Gavras había logrado "un
cuento negro y amoral que está entre el thriller, el gran guiñol y
la metáfora política". Y puntualizó acerca de esta versión francesa
de La cuchilla: "El verdadero tema del filme es el dilema que
empuja a un hombre a actuar como un monstruo para librarse de la
culpa de ver la decadencia de los suyos en la jungla social".
Al hablar de la precariedad de la vida contemporánea, Costa
Gavras había señalado en relación con su película que "la
indiferencia es el principio de la muerte. Veo alrededor de mí gente
que, con la experiencia, se vuelve un poco cínica: son los que dicen
que las cosas, de todos modos, nunca cambian. Yo me resisto. Y trato
de fomentar esa rebeldía".
Donald E. Westlake ha sido guionista de varias películas y series
de la televisión, la mayoría relacionadas con el policiaco. También
ha incursionado con éxito en la ciencia ficción, pero su carrera
literaria corre sobre dos rieles fundamentales y en apariencia
contradictorios: la visión humorística de los hechos más escabrosos
y otro enfoque, serio y descarnado, de ahí que de él se hable como
de "dos escritores en uno mismo".
Para saber más de este autor será una fiesta apreciar cómo otro
maestro del género, nuestro Daniel Chavarría, mueve La cuchilla
al presentarla este viernes día 4, a partir de las cinco de la
tarde, en la sala Fresa y Chocolate, de 23 y 12, frente al ICAIC, en
lo que ya suena como una rotunda noche de los libros.