La Cumbre de Jefes de Estado y de
Gobierno de la Unión Europea (UE) abre sus puertas hoy aquí para
analizar, entre disímiles temas, las repercusiones políticas de la
crisis alimentaria global.
El encuentro centra sus objetivos esta vez en la situación del
encarecimiento de los precios de la alimentación y las implicaciones
políticas de este fenómeno en toda la región.
Asimismo, hará énfasis en las posibles consecuencias para el
desarrollo y el comercio, la política agrícola común y la estrategia
en materia de energía y cambio climático.
Días atrás, con vistas al encuentro, el primer ministro griego,
Costas Karamanlis, solicitó al presidente de la Comisión Europea,
José Manuel Durao Barroso, examinar de manera general la actual
situación económica internacional.
Karamanlis solicitó entonces mejoría en la competencia y
eficiencia de los mercados de la UE, con la inclusión de beneficios
sociales en segmentos sensibles de la población, así como una
coordinación global para combatir las causas de la inflación.
El primer ministro griego recomendó una política más efectiva
para enfrentar el alza de los precios de los carburantes y los
comestibles.
Estimaciones del Fondo Monetario Internacional indican que el
valor de los alimentos en el mercado mundial se incrementó 47,3 por
ciento en los dos últimos años.
También, los precios de los minerales y el petróleo han subido
39,7 y 46,8 por ciento, respectivamente, hechos que según expertos,
amenazan la seguridad del planeta, tema que indispensablemente
tendrá que tratar la Cumbre de la UE.
El estado de ratificación del Tratado de Lisboa, las relaciones
con los Balcanes Occidentales, el Proceso de Barcelona y los
progresos realizados en el área de Libertad, Seguridad y Justicia
son también algunos de los puntos principales por debatir.