Muertos
el General Antonio Maceo y su ayudante Panchito Gómez Toro, el Coronel
Juan Delgado se dispuso a rescatar los cadáveres. Tirando de su
machete gritó, pidiendo a los que lo escuchaban, que lo siguieran si
se sentían cubanos y con valor.
Posiblemente sus palabras fueran otras mucho más fuertes y
enérgicas, según versiones recogidas en la historia. Pero no se
amilana y sin mirar si lo seguían o no, atravesó las líneas de fuego
enemigas. En compañía de un reducido grupo de combatientes llega al
lugar y ordena abrir fuego. Hace huir a los enemigos y, en rápida
maniobra, rescata los dos cuerpos sin vida. Dispone entonces que
fueran enterrados en un lugar secreto.
Bien entrada la noche, el pequeño grupo entrega la carga valiosa al
campesino Pedro Pérez y a sus hijos. Propone el llamado Pacto del
Silencio: dar sepultura a los cadáveres y guardar el secreto hasta el
final de la guerra fue lo acordado.
Ese hombre de acción rápida fue el Coronel Juan Delgado González.
De porte viril, carácter acerado y férrea voluntad, nació en Beltrán,
territorio de Bejucal en la provincia de La Habana, el 27 de diciembre
de 1868.
Aún joven se incorpora a las filas del Ejercito Libertador en enero
de 1896, cuando la columna invasora del Generalísimo Máximo Gómez Báez
entró en territorio de Bejucal.
Juan Delgado fue un maestro en la guerra de guerrillas. Muchas
fueron las acciones en que participó y tomó por sorpresa a las fuerzas
españolas.
Sus grados no los alcanza mediante el favor y la lisonja, sino con
una hoja de servicios repleta de hazañas. Su ascenso a Coronel lo
obtiene combatiendo con valor y temeridad. Como militar, tuvo un
preciso y cabal concepto de la disciplina, cosechó grandes lauros y no
se los dejó arrebatar por nadie.
Muerte precipitada a los 29 años. Cometió la indiscreción de decir
en público que visitaría en la finca Pastrana a Lolita, su novia y
colaboradora de la causa independentista. Era el 23 de abril de 1898,
el Coronel y unos 20 hombres acampan en las cercanías del lugar cundo
los sorprende una columna española.
Sin embargo, Juan Delgado se recompone y ordena una carga al
machete. Pero no pueden escapar. Los españoles lo tienen bien cercado.
Minutos más tarde, está entre dos fuegos.
Esta vez el tiroteo los aniquila. Muere así junto a sus hermanos
Donato y Ramón, Comandante y Capitán del Ejército Libertador,
respectivamente. Así fue la vida del Coronel Juan Delgado: un combate
perenne.