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El gobierno y el Congreso de Estados Unidos mantienen hoy sus
diferencias en torno a los métodos de tortura utilizados contra
prisioneros y defendidos por el presidente George W. Bush.
Como parte de la estrategia de varios legisladores, la Cámara de
Representantes intentó la víspera revertir el veto de Bush a un
proyecto de ley que prohibía a la CIA practicar el ahogamiento
simulado y otras prácticas coercitivas.
Sin embargo, el plan fue apoyado por 225 congresistas, 51 menos que
los necesarios para alcanzar los dos tercios necesarios.
El gobernante vetó el sábado último una iniciativa que limitaba los
métodos de interrogatorio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)
a las 19 técnicas establecidas en el manual del Ejército.
Al justificar su decisión, Bush señaló que esos procedimientos son
necesarios para enfrentar las amenazas terroristas.
Sin embargo, numerosos legisladores rechazaron esa postura, entre
ellos el presidente del Comité de Inteligencia de la cámara baja,
Silvestre Reyes, quien los calificó de tortura.
Por su parte, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry
Reid, criticó a Bush y lo acusó de degradar moralmente a Estados
Unidos a nivel internacional.
El director de la CIA, Michael Hayden, reconoció recientemente que
miembros de ese organismo emplearon el submarino hace casi cinco años
durante interrogatorios a Khalid Sheikh Mohammed, Abu Zubaydah y Abd
Al-Rahim al-Nashiri.
A su vez, Steven G. Bradbury, segundo jefe de la Oficina de Consejo
Legal del Departamento de Justicia, admitió que la administración
republicana permitió a la CIA emplear "ciertas técnicas severas".
Pese al escándalo, el Procurador General Michael Mukasey rechazó
iniciar una investigación sobre el tema.