Zoológico de madera
Sara Sariol
Sosa
Bayamo, capital de la provincia de Granma, acaba de sumar otro
atractivo a su entorno: un zoológico de madera, el primero de su
tipo que se conozca en el país.
Con
talentos naturales como Roberto Fabret, Granma construyó el
zoológico de madera y logrará muchas más singularidades.
Su realización tiene la virtud de haber nacido en respuesta a
problemas comunes pero importantes, como mejorar la imagen de la
comunidad.
Los frondosos árboles de roble y caoba hondureña que por muchos
años cobijaron a la calle Camilo Cienfuegos, del reparto Jesús
Menéndez, poco a poco se convirtieron en una real amenaza. Sus
raíces levantaron las aceras, y los troncos fueron inclinándose
peligrosamente hacia varios de los primeros edificios
multifamiliares construidos por la Revolución en la ciudad.
La solución sería la tala, pero fue demorada, con la esperanza de
que aquel añejo follaje detuviera su derrumbe en favor del medio
ambiente. Mas, en octubre del 2006 se desplomó el primer árbol y la
recomendación de los especialistas fue categórica: prescindir de
todos para evitar pérdidas que pudieran ser lamentables.
De las direcciones del Partido y del Gobierno surgió la
iniciativa de tallar parte de los troncos y lograr una especie de
zoológico, aprovechando el talento natural de un joven que en Minas
del Frío, Sierra Maestra, esculpía animales en pequeños trozos de
madera.
LABORES
En no pocas jornadas, Roberto Fabret Isaac estuvo dando cincel y
martillo, en lo que él considera el más grande empeño de su vida,
poder lograr una obra de singular belleza.
Nunca se me ocurrió —asegura— tallar en grandes dimensiones,
siempre hice trabajos aislados; ahora siento satisfacción porque
todos admiran la iniciativa y en lo personal contribuyo modestamente
a cambiar el entorno en que vivimos.
Mientras Fabret daba forma con su arte a los troncos, brigadas
constructoras del municipio de Bayamo repararon los edificios de la
cuadra. Y a la vez se sumó un parque infantil semejante a otros que
en Granma divierten a los niños.
Mediante sencillas estructuras fueron dispuestos caneyes para la
práctica de los llamados juegos pasivos, y se montaron otros centros
de servicios y una pequeña panadería que garantiza el producto para
más de 200 vecinos.
Por su concepción no pocos la llaman la Cuadra de la Familia, y
trasciende como otra de las iniciativas de la provincia para elevar,
en la medida de las posibilidades, el bienestar popular. |