Cerca de mil hombres y mujeres montañeses trabajan sistemáticamente
en la preservación de caminos y carreteras asfaltadas en la cordillera
pinareña, una de las cuatro cadenas de elevaciones más prominentes de
Cuba.
La infraestructura vial del área suma en su totalidad mil 354
kilómetros y según expertos su mantenimiento demanda especiales
cuidados por las características de esa topografía, proclive a las
consecuencias de fenómenos como la erosión de las tierras y la
deforestación, fundamentalmente.
Ello ha generado todo un movimiento de iniciativas conjuntas entre
176 brigadas manuales, agrupadoras de esas fuerzas, devenidas también
fuentes de empleo, junto a colectivos y medios de empresas del
Ministerio de la Agricultura (MINAGRI).
Sus labores principales se concentran en la reforestación de las
márgenes de las rutas, chapeo, reapertura de cunetas, rectificación de
los cauces de arroyos y ríos y el empedramiento de zonas de declive
para mitigar los daños erosivos.
Esto posibilita el acceso mediante el transporte automotriz a
lugares extremadamente apartados, como por ejemplo Machuca, El Brujito
y Rancho Mar, en puntos de la geografía pinareña, donde la atención a
las sendas es tarea permanente.
A escala nacional, las regiones serranas disponen de más de 10 mil
200 kilómetros de caminos y carreteras asfaltadas, a favor de las
comunicaciones de los habitantes de estas zonas, más del seis por
ciento de la población cubana.
El establecimiento de esas redes facilitó el desarrollo en las
montañas de los más diversos programas socioeconómicos, de los cuales
dan fe la existencia de mil 900 médicos y alrededor de 14 mil 100
maestros y profesores de todos los niveles educativos en las sierras,
el 18 por ciento de la superficie del país.