Recuerda el encuentro sostenido con el líder de la Revolución el
12 de septiembre de 1989 en Cayo Fragoso, durante el cual
discutieron por varias horas las ideas relacionadas con el pedraplén,
que era lo más complejo, y otros pormenores de la tarea, con la
recomendación de que había que proteger la biodiversidad de la zona.
"En el mundo había algunas experiencias de construcción de viales
sobre el mar, casi todas nefastas, como el pedraplén del lago
costero Misquito, en Nicaragua, y la Ciénaga Grande, en Colombia,
que provocó severas afectaciones por la hipersalinización, la
pérdida de más de 50 000 hectáreas de mangle y la disminución
drástica de la biodiversidad de peces e invertebrados. También en la
Florida, al unir las costas este y oeste a través de los Everglades,
se alteró todo el patrón hídrico del sur de esa península, cuya
rehabilitación está calculada en más de 20 años a un costo que
supera el billón de dólares", destaca el investigador.
Por tanto, la primera tarea del grupo fue "estudiar todas las
experiencias anteriores, incluyendo las cubanas, antes de tirar la
primera piedra al mar", refiere Quirós.
Qué hacer para evitar la elevación de los valores de salinidad y
temperatura del agua, la sedimentación sobre los arrecifes y pastos
marinos, que no se cortaran las rutas migratorias de animales, ni se
destruyeran los manglares y otros hábitats productivos, y la erosión
del fondo del mar, eran preguntas frecuentes para el grupo de
expertos.
Así surgió la decisión de hacer un trazado de la vía al sur de
los cayos, lo que permitía pasar por lugares despoblados de
manglares y utilizar los bajos como elementos naturales de
protección de la obra, a fin de evitar afectaciones en terrenos
emergidos. Otra precaución fue no ubicar el vial en restingas para
mantener esas zonas productivas en lugares donde la luz no llega al
fondo y se desarrolla la vegetación.
El domingo 25 de diciembre de 1989 comenzó el vertimiento de
piedras al mar por parte del contingente Campaña de Las Villas,
dirigido entonces por el Héroe del Trabajo Orlando Rodríguez, y a la
vez, el monitoreo permanente de las obras por parte del equipo
encabezado por Quirós, integrado además por los biólogos marinos
María Elena Perdomo y Rodolfo Arias, además de Marcos Echemendía y
Edelkis Rodríguez, entre otros relevantes científicos y técnicos.
Los principales objetivos de los controles eran la medición de la
salinidad, para comprobar que no subiera de los niveles permisibles,
y la tasa de sedimentación, así como la evaluación de colonias
coralinas sepultadas, la determinación del estado de salud de los
pastos marinos y de la vegetación del fondo.
Otra interrogante por solucionar era la ubicación de los puentes
en un pedraplén que tendría 48 km, sin afectar al medio. Para ello
resultaron escogidas las zonas más profundas donde existían las
mayores velocidades del agua, logrando así un mayor intercambio. En
los puentes la corriente máxima (erosiva) calculada no excedería los
1,5 m/s, para no arrastrar grava. También fue acometida la
reapertura de canales como Las Varas y la construcción de viaductos
ecológicos.
En total se proyectaron 44 puentes a partir de fotos aéreas
tomadas por los expertos y otros criterios técnicos. Hubo extremo
cuidado en que el primer contacto de la tierra con el mar, y
viceversa, fuera a través de una pasarela. Además los puentes debían
ubicarse en lugares donde ocurrían migraciones de animales para
comer o reproducirse, explica Quirós.
Irrefutables evidencias de preservación del medio ambiente son la
abundancia y buena salud del mangle, el mejoramiento de algunas
especies como el cangrejo moro y la llegada de aves a las bahías
—que anteriormente no lo hacían—, gracias a la existencia de
alimentos y la claridad de las aguas, todo lo cual constituye una
evidencia de la proliferación de la vida al norte de Caibarién.
Otras certezas son la aparición de peces propios de arrecifes y
el nacimiento de corales en las piedras ubicadas a ambos lados del
viaducto. Hoy el número de aves acuáticas es mucho mayor que antes
de emprenderse la construcción del vial. Los pelícanos, por ejemplo,
antes no llegaban a Caibarién, y ahora pueden verse en áreas de la
playa.
El flamenco sigue allí en la bahía, adonde va a comer y a
reproducirse. Si hay gaviotas es debido a la transparencia del mar,
que les permite ver la comida. Estudios realizados demuestran la
existencia de cerca de 150 especies de algas en la zona.
Los peces asociados al pedraplén son fundamentalmente juveniles,
al actuar este como un nuevo refugio que posibilita el aumento de
las poblaciones.
La calidad del agua ha sido evaluada de buena por los científicos
que monitorean el área. Expertos en el tema reconocen que el noreste
de Villa Clara posee los arrecifes coralinos más conservados de todo
el archipiélago Sabana-Camagüey. También existe allí un total de 40
especies de corales escleractíneos, que constituyen el 64 % de las
reportadas en Cuba, y una especie nueva de camarón, desconocida para
la ciencia.
A pesar de los incuestionables resultados obtenidos por los
científicos, constructores y todos los que tuvieron que ver con la
preservación del medio ambiente en la cayería, nuevos desafíos
aparecen cada día para no estropear lo alcanzado.
Al eliminarse las barreras geográficas se favoreció el arribo a
los cayos de nuevas especies de semillas y plantas que nada tienen
que ver con la flora del lugar, entre las que se cuentan la leucaena,
introducida junto a los áridos, y otras como el Weyler, la Salvia y
la dormidera.
Las más agresivas como el marabú viajan en las bolsas de las
plantas ornamentales. Los científicos alertan también acerca de la
presencia de gatos, perros, puercos y otros animales traídos por el
hombre para la cría y alimentación, lo que puede ocasionar daños
como la extinción o desplazamiento de las especies nativas, la
introducción de enfermedades y parásitos y la alteración en las
cadenas alimentarias. Los gatos, por ejemplo, eliminaron totalmente
algunas especies de reptiles que habitaban en el área.
Hasta la fecha autoridades del CITMA en la provincia han
determinado 90 especies vegetales introducidas en tierra firme y 10
de la fauna. Razones suficientes para atender las recomendaciones de
los expertos y frenar a tiempo esta agresión al medio ambiente.