Violencia sin golpes, un dolor más hondo
Katia
Siberia García
Todo comienza en casa, pero no queda "en familia". Aun cuando tras
la puerta de cada hogar se imponga la privacidad, y la sabiduría
popular aclare que "entre marido y mujer nadie se debe meter" o que
"este es mi hijo y tengo derecho", la felicidad de la familia continúa
siendo asunto de todos.
Sonia
Beretervide, coordina el Grupo Nacional para la prevención y atención
de la violencia intrafamiliar
Insospechadas formas de violencia doméstica trascurren en los
domicilios cubanos y el no reconocimiento de esta solapada forma de
imponernos crea una falsa idea de bienestar. Los perjuicios
ocasionados y la influencia en el espacio social donde se manifiestan
constituyen prioridad para varias organizaciones que en Cuba se ocupan
de este fenómeno.
Por ello, desde 1997, la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) lidera
una labor conjunta bajo el nombre de Grupo Nacional para la prevención
y atención de la violencia intrafamiliar. Sin embargo, más allá de lo
legislado y de la labor institucional, urge la trasformación de la
sociedad.
En ese sentido, informa Sonia Beretervide Dopico, miembro del
secretariado de la FMC y coordinadora del Grupo, se realizan estudios
y se capacita al personal que en la comunidad debe hacer frente a esta
problemática que genera consecuencias, en ocasiones, irreversibles.
Según los especialistas —participan 12 organizaciones— entre las
causas más frecuentes de la violencia están los celos, las
dificultades en la comunicación, la baja autoestima de la mujer, la
tenencia de hijos no deseados, el machismo, el alcoholismo, la
convivencia de diferentes generaciones en un mismo hogar, los
problemas económicos que crean dependencia, y el bajo nivel cultural.
Estas condicionantes generan diferentes manifestaciones de
violencia, aunque en los hogares cubanos, aclara Beretervide, las más
frecuentes son la verbal y la psicológica, dentro de las cuales se
inscriben los gritos, los insultos o encierros, y presiones mentales
que provocan miedo o vergüenza.
Las investigaciones cubanas se han centrado fundamentalmente en la
violencia contra los menores de edad (incumplimiento de la pensión
alimentaria de padres a hijos) y en la relación de parejas
(discriminación de género).
Aunque Cuba, en términos de violencia, no posee la alarmante
situación de algunas naciones latinoamericanas, necesitamos crear
estrategias de enfrentamiento.
Asunto de todos
En esta labor educativa intervienen las 175 Casas de Orien-tación
de la Mujer y la Familia que existen en el país, en las cuales se ha
hecho más frecuente la denuncia de hechos violentos por la cultura que
se va creando alrededor del tema.
No obstante, el esfuerzo tiene que trascender las casas de
orientación, en tanto la mirada social no debe faltar, por ejemplo,
ante la retirada de una denuncia hecha por una mujer en la Policía
Nacional Revolucionaria, o ante una lesión mal justificada, porque
ambos casos pueden ser consecuencias de un maltrato o amenaza
"justificado" en el estereotipo machista.
Del mismo modo, conductas diarias pueden transcurrir en una
complicidad inconsciente o consciente, con efectos a largo plazo
perjudiciales no solo para el entorno familiar. Así se observa a una
maestra imponiendo el orden con un grito, a un padre aconsejando: "tú
eres varón, si te dan, das", a una persona adulta reclamando respeto
mediante la imposición o el golpe¼
Para la miembro del secretariado de la FMC, estos comportamientos
convierten a los niños en personas violentas. Y muestra de ello es que
la mayoría de los alumnos de las escuelas de conducta manifestaron
presenciar o ser víctimas de algún tipo de violencia en el hogar.
En 1999, a pedido de la FMC, el Parlamento incorporó al Código
Penal un agravante que permite que cuando haya vínculos de afinidad o
consanguinidad la pena por el delito resulte mayor.
Pero el asunto no es de normas jurídicas, sino de la ley de la
vida. Cuando la palabra hiere, el ser querido ignora y niega el
cariño, el padre inspira miedo y no respeto, se declara inútil a un
abuelo, o la mano se levanta, el sufrimiento burla la piel.
Las instituciones jurídicas pudieran imponer su castigo, llamar la
atención o aconsejar, pero nos corresponde a nosotros evitar el dolor. |