Un
linaje gótico se advierte en los 14 cuadros que el pintor
santiaguero Ernesto R. González Litvinov —sí, aunque haya nacido en
1969 en la distante Yalta, por formación y pertenencia es un valor
artístico que Santiago de Cuba aporta a la cultura visual de la
Isla— despliega en la galería La Acacia bajo el título Realismo
utópico.
En su iconografía coinciden situaciones extremas subyacentes en
imágenes de aparente candidez. El límite de la asechanza marca el
pulso de las tensiones representadas. Se advierte una preocupación
por plasmar sentimientos y aventurar respuestas por medio de la
línea y el color; por representar una realidad emocional a través de
metáforas que cuestionan, y a la vez, confirman la condición humana.
Las mejores realizaciones son aquellas donde se condensa la
intención con mayor parquedad, que en su caso es inversamente
proporcional a la elocuencia. Cuando se torna prolijo, como en la
tela de la niña en medio de la jauría, sobrepasa la medida.
Obras de colores contundentes, ejecutadas con gruesas pinceladas
reveladoras del dominio de la técnica, estas de Litvinov evidencian
una saludable vuelta de hoja en su cauce artístico: un viaje del
conceptualismo audaz y a un contenido expresionista que se enuncia
en el fondo mucho más que en las formas.
Graduado en 1990 en la academia santiaguera José Joaquín Tejada,
poseedor de un currículo que da cuenta de muestras personales no
solo en nuestro país sino en Italia, Francia y España, apreciado por
su labor como ilustrador, González Litvinov demuestra aquí su
capacidad para meterle diablos en el cuerpo al espectador sin
perturbar la poética de la razón.