Diez
años después de haber asumido la jefatura del gobierno británico y
solo unos días antes de cumplir su promesa de renunciar, el todavía
premier Anthony Blair, viajó a Washington para encontrarse con su
amigo George W. Bush.
Al político británico se le podrá criticar muchas cosas, pero no la
falta de lealtad a Bush, demostrada en más de una ocasión y que fuera,
en gran medida, causa de la pérdida de popularidad que tuvo en los
últimos años su gobierno.
Esta impopularidad rebasó las fronteras de la Isla, especialmente
en Europa, ya que su imagen quedó vinculada con la agresión y
posterior matanza que llevan a cabo las tropas de ocupación en Iraq.
El fue uno de los tres de la foto en las Azores, donde supuestos
mandatarios "democráticos" se burlaban del mundo forzando una nueva
era donde se impone la fuerza de las armas.
Los estrechos lazos de este político laborista se fortalecieron con
el entonces presidente estadounidense William Clinton, cuando el
británico llegó al poder en 1997, lo que no llamó mucho la atención a
la prensa internacional.
Y es que, al decir de un colega, "políticamente eran almas gemelas,
intelectualmente estaban a la misma altura, sus oratorias eran afines,
sus gustos compatibles, y hasta sus esposas, buenas amigas".
Con el cambio de gobierno en Estados Unidos, la opinión pública
internacional se preguntó cómo sería esta relación entre Blair y el
nuevo inquilino de la Casa Blanca, ya que eran totalmente diferentes,
aunque se desconocían entonces las inquietudes bélicas de ambos
personajes.
Al finalizar su primer encuentro en Estados Unidos, recuerda la
BBC, una periodista le preguntó si habían logrado encontrar algún
punto en común, a lo que Bush, con su agudeza característica,
respondió categóricamente: "La marca de la pasta de dientes".
Una década después, en mayo del 2007, Blair vuelve a Estados Unidos
y es recibido en la Casa Blanca por su compinche, quien en gesto poco
usual le invitó a dormir en la sede presidencial y no en la embajada
británica, como es costumbre.
Esta relación siempre estuvo acompañada de las bromas de
periodistas y políticos. Por ejemplo, dos cómicos estadounidenses
valoraron esta última visita de la manera siguiente:
Hill Maher se hizo la siguiente pregunta: ¿Sin Blair, quién va a
traducir al inglés la política exterior de Bush?
Por su parte, Jay Leno, quien tiene uno de los programas con más
audiencia en Estados Unidos, comentó al conocer el anuncio de la
renuncia de Blair: "Bush logró derrocar a otro gobierno".
El gobierno de Blair concluye sin que la famosa tercera vía se haya
concretado, aunque sí 10 años de un liderazgo que, desde supuestas
posiciones de izquierda, fue más derechista que los propios
conservadores.
Los amigos se despiden y como ya no pueden preparar juntos nuevas
aventuras bélicas, seguramente valoraron el futuro inmediato del que
se despide, lo que no debe preocupar mucho a Tony Blair, porque de
seguro tendrá muy buenas ofertas de trabajo de las transnacionales que
con su política fueron mucho más ricas.