Tras dirigir durante más de un año el primer hospital de 60 camas
del Servicio Médico Rural en la localidad de Mayarí Arriba, en el
Segundo Frente Oriental, regresa a la capital para encabezar la
jefatura del Laboratorio Clínico del William Soler, función que cubre
también en el Hospital Nacional.
Una inesperada propuesta lo convirtió en uno de los hacedores del
sueño visionario de Fidel de transformar a Cuba en un país de hombres
de ciencia.
"El primero de julio de 1965 nace el Centro Nacional de
Investigaciones Científicas (CNIC) y me nombran subdirector. Al año
siguiente paso a ocupar la dirección general de esa entidad que marcó
un verdadero hito, pues formó los grupos iniciales de especialistas
altamente calificados en ciencias biológicas y biomédicas, químicas,
físicas, tecnológicas y agropecuarias. También allí fueron defendidos
los primeros grados científicos en Cuba."
Durante diez años, el doctor Wilfredo Torres permaneció al frente
del CNIC, desplegando un intenso trabajo orientado a sentar las bases
para una política de desarrollo acelerado de la ciencia. Al crearse la
Asamblea Nacional del Poder Popular en 1976, es designado ministro
presidente de la Academia de Ciencias de Cuba.
"Nunca podré olvidar aquella sesión inaugural del Parlamento,
cuando Fidel presentó a cada uno de los jefes de los Organismos de la
Administración Central del Estado. Sentí que asumía la mayor
responsabilidad de mi vida, pero a la vez estaba orgulloso de atender
un sector tan priorizado por el Comandante en Jefe."
A propuesta de la máxima dirección de la Revolución, junto con la
presidencia de la Academia asumió también de manera simultánea la
jefatura del Comité Estatal de Ciencia y Técnica en 1981. Ese propio
año recibió la encomienda de participar en el desarrollo del Frente
Biológico.
De su permanencia de casi un decenio al frente de la ACC (ocupó el
cargo hasta 1985), el profesor Torres Yríbar señala que ello significó
un verdadero privilegio, pues en esa época ocurrieron grandes
transformaciones dentro del sector en el plano organizativo, y de
impulso a la investigación.
Un logro importante de esos años es la creación del Consejo
Científico Superior, precedente efectivo de la estructura y funciones
de la actual Academia de Ciencias de Cuba.
En su memoria guarda momentos imborrables de su quehacer como
titular de ese organismo. Uno de ellos es la inauguración oficial del
Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria (CENSA). Otro, la realización
del vuelo conjunto cubano-soviético, protagonizado en septiembre de
1980 por los cosmonautas Arnaldo Tamayo Méndez y Yuri Romanenko.
"Fue un placer extraordinario ser testigo de esa epopeya de la
ciencia revolucionaria, y participar tanto en su organización como en
el diseño del plan de investigaciones. Quizás el mayor honor es haber
formado parte de la delegación oficial cubana que viajó a la entonces
URSS, presidida por el General de Ejército Raúl Castro Ruz."
Según sus valoraciones, cada etapa de trabajo de la Academia dejó
su impronta de aportes notables para el país. Nada más justo que
evocar los nombres de tres brillantes personalidades que la dirigieron
y hoy no están con nosotros físicamente: los doctores Antonio Núñez
Jiménez y Zoilo Marinello, y la infatigable Rosa Elena Simeón,
sentenció.
Para el también investigador de Mérito y Doctor Honoris Causa en
Ciencias Biológicas de la Universidad de La Habana, la Academia de
Ciencias del presente es heredera del legado histórico de figuras de
la talla de Tomás Romay, Nicolás José Gutiérrez, Felipe Poey, Álvaro
Reinoso, Carlos Juan Finlay, y genuina expresión del nivel alcanzado
por Cuba en las más disímiles ramas del conocimiento.
"Somos un caso único en el mundo, porque hemos priorizado el
progreso de la ciencia y la tecnología, en medio de importantes
carencias materiales y un férreo bloqueo económico."
Como bien expresa el profesor Torres, Cuba es un referente mundial
en estas esferas. Haber puesto su granito de arena en hacer realidad
los previsores pensamientos de Fidel y participar de manera activa en
la fundación de la ciencia revolucionaria es algo de lo cual vivirá
orgulloso hasta el último día de su existencia.