En 1988, debutó con la selección nacional juvenil en el torneo
centroamericano, y después militó varias veces en el conjunto
grande. Las dos más importantes: los Juegos Panamericanos de La
Habana’91, y las eliminatorias a la Copa Mundial de Francia’98.
Seis veces se coronó campeón de Cuba con el equipo de Vueltabajo.
Por ello, como todo atleta que lleva el deporte en la sangre,
afirma que "es probable que el vacío que me produjo colgar la
camiseta de jugador titular, no lo llene nunca ningún trabajo que
pueda hacer, por muy grande que sea".
Con esa convicción llegó a Venezuela hace más de dos años, como
parte del programa Barrio Adentro Deportivo, donde ha vuelto a
sentirse útil. "Quienes estuvimos mucho tiempo dedicados a las
competencias y los entrenamientos de alto rendimiento, nos graduamos
y apenas ejercimos nuestra profesión.
"Por ello, tocar con las manos ese tipo de actividad, y llevar a
la práctica lo que recibimos en las aulas, nos ha servido de mucho",
confiesa Carlos, conocido en el mundo futbolístico por el
sobrenombre de "el chorro Torres".
En Maracay, capital del norteño estado de Aragua, comenzó
organizando círculos de abuelos, estimulando la práctica de deportes
participativos, impartiendo clases de ajedrez y de gimnasia con
niños, trabajando la rehabilitación, y enseñando a hacer del baile y
la música un modo de terapia.
"La forma de ser del cubano, su manera de llegarle a la gente, ha
sido muy importante para lograr sacar de sus casas a personas que
vivían en una misma cuadra y apenas se trataban.
"Así fuimos incorporando a ancianos que estaban envejeciendo
dentro de sus hogares, sin hacer ningún tipo de actividad física,
casi sin salir a la calle por miedo a la violencia; y empezamos a
recuperar los espacios públicos, a hacer ejercicios todas las
mañanas.
"Un día se me ocurrió celebrarles un cumpleaños colectivo, y fue
muy emocionante, porque personas de más de 60 años decían que jamás
habían tenido cosas como esas."
Sin embargo, las canchas de fútbol lo siguen persiguiendo.
Durante una temporada, fue llamado a entrenar la selección femenina
del estado de Cojedes, y después regresó a Aragua, para encargarse
de la preparación de los equipos infantiles, en la Unidad Educativa
de Talentos Deportivos.
Ambas experiencias, afirma, han sido muy fructíferas, porque
nunca había trabajado el fútbol de mujeres y porque el equipo
infantil del estado, que dirige actualmente, fue el campeón de
Venezuela el año anterior. "Así que es un reto mantenerlo en ese
lugar".
Salir a jugar, es algo que no ha dejado de extrañar un solo día.
"Creo que nada podrá sustituir ese sentimiento tan grande. Incluso
durante las competencias, a veces me impaciento tanto que quisiera
entrar al terreno.
"Pero ayudar a mejorar la calidad de vida de esas personas de la
tercera edad que se sentían acabadas, o enseñar a los jóvenes que
comienzan y tienen sueños que quizás yo ayude a realizar, me hacen
sentir que no he colgado la camiseta, y que aún sigo marcando
goles".