El destacado bailarín cubano Carlos Acosta mereció el Premio
Laurence Olivier al mejor espectáculo presentado en los escenarios
londinenses durante 2006, anunció a Prensa Latina su representante,
Heriberto Cabezas.
La puesta, a mediados del pasado año en el teatro Sadler's Wells,
de la capital británica, concebida como si se tratara del inicio y
final de un ensayo, contó con la participación de artistas invitados
del Royal Ballet London.
Los bailarines entraban y se saludaban, hacían sus ejercicios de
calentamiento, interpretaban con brillantez sus solos o pas de deux y
recibían con modestia, y hasta con cierto aire desdeñoso, los aplausos
del público.
Entre una pieza y otra, utileros y técnicos transitaban por el
tabloncillo para acentuar el aire de aparente informalidad que Acosta
imprimió, con sagacidad, a su propuesta.
La función dejó tras sí una estela de elogios, cuya culminación es
este lauro destinado a distinguir lo más relevante de la escena
londinense en los pasados 12 meses.
Con 33 años de edad y una carrera fulgurante, el bailarín cubano
suma a este reconocimiento el del Círculo de Críticos de Danza
británico que le confirió el Premio Nacional en esa rama artística. Es
la segunda vez que lo merece.
A esas distinciones se añade el doctorado Honoris Causa en Letras,
de la Universidad Metropolitana de Londres.
Dotado de cualidades físicas de excepción, que lo han convertido
-unido a su talento- en uno de los más grandes bailarines del mundo,
en opinión de la crítica especializada, Carlos Acosta es uno de los
más altos exponentes de la escuela cubana de ballet.
También de la compañía que dirige Alicia Alonso, con la cual se
mantiene en contacto permanente, en un intercambio de vasos
comunicantes.
En constante ebullición y con una agenda saturada de compromisos
para 2007, entre ellos figura un espectáculo similar al que le valió
el Laurence Olivier, pero esta vez con estrellas invitadas del Ballet
Nacional de Cuba, en el mismo Sadler's Wells.
Tiene previstas, además -entre otros planes aún no revelados-
actuaciones en París y Nueva York y el protagónico de la coreografía
Espartaco con el Ballet Bolshoi, en Rusia.