"A mí también me pasa. Yo tengo dos: una hembra en Camagüey y un
varón en La Habana, y ninguno tomó el camino de los trenes", dice
entre realista y resignado.
En cambio, no hay pesimismo en sus palabras. Sin levantar demasiado
la vista del complejo trabajo que ejecuta, el mecánico afirma con
orgullo que su taller de reparación de locomotoras, el Mario Aróstegui,
es el mejor del país. Sus argumentos vendrían solos, a todo tren.
La Batalla de Ideas y el sector de los ferrocarriles están muy
relacionados. El programa de programas comenzó a ejecutarse en esta
rama en el 2005, con la vista fija en una estación singular: detener
el deterioro del parque tractivo.
"En ese año —revela a Granma Alfredo Morales Cabrera, el
director de estos talleres— reparamos 35 locomotoras rusas, más de la
mitad del saldo nacional. Ya en el 2006, con un parque más aliviado,
sacamos 17 que también superaron el 50% de lo hecho en Cuba."
Entre las soluciones, una destaca por la dimensión de los trabajos
porque, cuando se presentó ante los especialistas del país un reto
aparentemente inalcanzable, alguien dijo en Camagüey: "¡Yo propongo...
!", y la solución apareció.
Parecía que los coche motores Alstom DM-11, también conocidos como
Gaviotas, vendrían a Cuba a recibir sepultura, y justo aquí cobraron
nueva vida. La historia es interesante: producidos por acuerdo entre
dos países europeos, al final se quedaron sin mercado y manos amigas
les pusieron rumbo cubano a 16 de ellos.
Muy modernos y computadorizados, los coche motores tenían un
problema: su trocha —ancho de vía— era superior a la empleada en Cuba,
por lo que ponerlos en uso requería el cambio de los ejes. Las mejores
ofertas de importación exigían unos 18 500 dólares por juego de piezas
cuando el ingeniero mecánico de FerroCuba Carlos Sanz Guerra, al
frente de un equipo de profesionales y técnicos de ACINOX y la
Universidad de Camagüey, propuso hacer los ejes en el taller
agramontino.
"El proyecto fue aceptado —comenta Sanz— por la confianza que hay
en estas unidades. Aquí fabricamos los juegos a partir de ejes de
locomotoras soviéticas desmanteladas. Hacemos en dos piezas lo que
originalmente se concibió en una, pero el empalme de la brida con el
eje es exacto; las pruebas ultramagnéticas lo confirman: la calidad es
óptima."
El primer "egresado" de estos coches autónomos, que con todo
orgullo echaron a andar el pasado 13 de agosto, ha recorrido más de 50
000 kilómetros, llevando entre La Habana y Morón, entre Camagüey y La
Habana, una noticia muy concreta: por cada vehículo, la cohesión de
humildes trabajadores resuelve con 10 000 pesos cubanos lo que
costaría casi el doble en moneda libremente convertible.
Luego de ese coche, otros dos salieron justo en el aniversario del
desembarco del Granma y otra pareja un mes después, mientras el sexto
saludará, con su pitazo de estreno cubano, el Día del Trabajador
Ferroviario, hoy 29 de enero. Las aspiraciones apuntan a completar en
el 2007 hasta el onceno de dichos ingenios, valorados cada uno en 1
200 000 dólares.
Para la fecha, 700 hombres y mujeres de vergüenza pondrán en
servicio, desde esta misma unidad, una locomotora Tem 15 que también
ayudará a halar hacia arriba, desde un sector clave, la economía y la
sociedad cubanas.
Esta gente sencilla sabe que el pueblo espera del transporte más
que locomotoras, más que casillas, más que trenes... y saca su parte
del boleto para este viaje. En lo que la tradición encuentra su camino
de retorno entre los rieles, Enrique Rosales, el respetado mecánico,
se confiesa un enamorado de hierro que, cuando escucha el pitazo de
una locomotora, se da vuelta y la mira, como a una bella mujer.