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Dos importantes oficiales gubernamentales y muy cercanos colaboradores
del presidente George W. Bush fueron citados como testigos cruciales
del juicio por el llamado escándalo CIA-gate, reportó hoy la cadena
CNN.
Hasta ahora el principal inculpado en el proceso penal es el ex
secretario personal del vicepresidente Richard Cheney, Lewis Libby,
acusado por perjurio y obstrucción de la justicia, pero no
directamente por la delación de la espía estadounidense.
Los consejeros presidenciales Karl Rove y Dan Bartlett fueron
convocados por el gran jurado que investiga quién reveló a la prensa
en 2003 la identidad de una empleada de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA).
Rove ha sido por mucho tiempo el más importante asesor político de
Bush y su jefe de personal en la Casa Blanca, y Bartlett es secretario
de la Oficina Oval y director de comunicaciones de la mansión
ejecutiva.
Ambos funcionarios están en la lista de los abogados defensores de
Libby, al igual que el vicepresidente Cheney, su actual jefe de
personal, David Addington, varios renombrados periodistas y otros ex
oficiales de la administración Bush.
El ex asesor gubernamental Libby fue sacrificado por la Casa Blanca
para proteger a un funcionario cercano al gobernante republicano
implicado en el escándalo CIA-gate, afirmaron recientemente juristas
independientes.
Según representantes legales del antiguo secretario del
vicepresidente Cheney, Libby fue víctima de un complot originado en el
Salón Oval para desviar la atención de la justicia del estratega
político Rove.
El abogado Theodore Wells describió al ex consejero como un
empleado ejecutivo disciplinado que simplemente cumplía órdenes de
jefes superiores, con la meta de desacreditar a un embajador crítico
de la administración Bush.
La crisis política estalló hace cuatro años y perjudicó el nombre
de la entonces oficial de la CIA, Valerie Plame, cuyo marido
diplomático fustigó al mandatario tejano por sus pretextos falsos para
iniciar la guerra contra Iraq.