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El ministro de Defensa británico, Des Browne, realiza una visita
sorpresa a Iraq, donde se entrevistó hoy con el primer ministro Nuri
Maliqui, informaron en esta capital fuentes de su ministerio.
Browne, quien llegó ayer a Bagdad, no anunció el viaje, ni su
presencia en suelo iraquí hasta esta jornada.
De acuerdo con la fuente, el titular afirmó que se encontraba en
ese territorio para examinar con los anfitriones los desafíos de los
próximos meses.
Durante su estancia en Bagdad, el titular también se entrevistará
con el presidente Yalal Talabani.
La visita de Browne se registra tras aumentar las demandas de
retirada de las tropas.
También tiene lugar a cinco días de rechazar el primer ministro
Tony Blair fijar un calendario para el regreso a casa de los más de
siete mil militares desplazados en suelo iraquí, principalmente en la
meridional Basora.
La presencia de las tropas fue cuestionada en el parlamento y el
líder del Partido Liberal Demócrata, Menzies Campbell, propuso el
establecimiento de un proyecto de repliegue a partir de mayo próximo y
por cinco meses.
Pero en su comparecencia semanal, Blair, aliado incondicional de
Estados Unidos, reaccionó airado y calificó de desastrosa e inútil la
salida de las fuerzas de ese estado del Golfo Pérsico.
No obstante, reconoció que Iraq atraviesa una situación de
dificultades y peligro.
El jefe de gobierno también se negó el miércoles pasado a
participar en el primer debate parlamentario sobre la grave situación
existente y el futuro del estado árabe, donde han muerto 130 de sus
soldados desde la invasión anglo-estadounidense en marzo de 2003.
Precisamente, a la implicación de Gran Bretaña en la guerra contra
Iraq con falsos argumentos debe el primer ministro la caída de su
popularidad, la cual descendió a sus niveles más bajos luego de
salpicarlo varios escándalos por corrupción.
Un sondeo publicado la semana pasada por el periódico The Guardian,
señaló que en los últimos meses la mayoría de los británicos empeoró
sus opiniones sobre Blair.
De acuerdo con la encuesta, el opositor partido Conservador
encabeza la preferencia del electorado con 37 por ciento, cinco puntos
por encima de los laboristas, del primer ministro.