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El presidente de Afganistán, Hamid Karzai, propuso hoy conversaciones
de paz a los talibanes, presionado por el aumento de la violencia en
2006, el año más sangriento desde la caída del régimen islámico.
"Mientras combatimos por nuestro honor, queremos tener abiertas las
puertas para negociaciones con nuestros enemigos", subrayó el
mandatario durante una reunión religiosa chiita para recordar la
muerte del imán Hussein, nieto y legítimo sucesor del profeta Mahoma.
Los enfrentamientos entre la insurgencia y el gobierno afgano y las
fuerzas de ocupación lideradas por Estados Unidos dejaron un saldo de
cuatro mil muertos el año pasado, entre ellos 170 militares
extranjeros.
Medios de prensa señalan el dramático incremento de los ataques
suicidas con bombas, a medida que los talibanes y otros militantes
copian tácticas de los rebeldes en Iraq.
Recientemente, el jefe de las tropas de la Organización del Tratado
del Atlántico Norte (OTAN) en Afganistán, general David Richards,
reconoció que sus fuerzas están muy frustradas en la campaña que
desarrollan contra la resistencia.
Admitió que los soldados fueron los primeros en comprender que por
la fuerza no se van a resolver los problemas de esta nación, invadida
por Estados Unidos en octubre de 2001.
Los talibanes, más fuertes en áreas del sur y el este del país,
prometieron echar a los extranjeros de territorio afgano y derrocar a
Karzai y a su gobierno.
Fuentes del Pentágono consideran que los ataques se han triplicado
desde septiembre pasado a lo largo de la frontera con Paquistán.
En tanto, el gobierno norteamericano se comprometió a destinar 10
mil 600 millones de dólares adicionales y más soldados para combatir
la insurgencia.
"Debemos y podemos ganar en Afganistán, pero necesitamos poner más
esfuerzos militares", afirmó Richards al periódico londinense The
Guardian.
En los próximos meses se espera una escalada de violencia con la
llegada de la primavera boreal, cuando la nieve se derrita.