MATANZAS.—
Se revela distante de "discursos formales" o "palabras de elogio" esta
curiosa ceremonia que, sin embargo, es de formal elogio. Todo discurre
tan fuera de encartonamientos, tan objetivo y didáctico, que más bien
parece una clase con vida propia. Alguien lee: "Sobre aquel joven que
en los tempranos 60 se inscribe en el cursillo de títeres de los
Camejo, escribió Humberto de la Torre en 1965: "René Fernández Santana
nació en Matanzas. Quizás algún día los biógrafos se interesen por
este autor".
Y claro está que, desde hace ya tiempo, los estudiosos tienen
sobrados motivos para "interesarse" en este artista que ahora recibe
en la propia sala Papalote, donde trabaja y dirige últimamente, este
homenaje de su provincia por haber ganado el Premio Nacional de Teatro
2007. Ello justificaría por sí solo este acto que coincide con el Día
del Teatro, aunque los organizadores lo han caracterizado de
"tertulia".
Pero ahora existen razones adicionales para evocar a aquellos
presumibles "biógrafos": nunca este premio había sido concedido a un
artista del teatro de títeres ni tampoco a alguien que no fuera actor
de obras para adultos, cuestión esta última que atañe también a otros
dos galardonados de este año: los diseñadores María Elena Molinet y
Eduardo Pascual Arocha.
Pero, además, este reconocimiento va más allá de la escena y de las
instituciones culturales matanceras para devenir en una corriente
popular que pasa por gentes de pueblo y va desde jóvenes instructores
de arte hasta figuras instituidas, todos los cuales coinciden en
recordar obras, rememorar enseñanzas o agradecer legados de René
Fernández, quien, a su vez, les dice: "Si ustedes no hubieran creído
en mí, yo no hubiera podido hacer todo esto".
"Desde pequeño gustó de todas las expresiones artísticas. Dibuja,
escribe y dirige. Delgado, casi alto, ampliamente sincero, sonriente y
capaz es René Fernández. Todo quien lo conoce es su amigo", lee
alguien otros pasajes, mientras Rubén Darío Salazar, director del
Teatro de las Estaciones y uno de los organizadores principales del
acto, se remonta a 1964, cuando René "dirige aquellos primeros 25
minutos de teatro mediante retablo con guantes y el texto Los
trabajadores de René Potts.
"La suerte estuvo echada y así La amistad es la paz, La
guitarra de Felipito, premiada tempranamente, El papalote que
llegó a La Luna, entre otras, revelaron un uso experimental de las
diferentes técnicas, además de riesgo, osadía, juventud sin límites."
El caricaturista Manuel Hernández habla de experiencias comunes, el
diseñador Zenén Calero, quien otrora integró junto a Darío y René un
formidable trío de creadores y trabaja ahora junto al primero en
Teatro de las Estaciones, recuerda que "lo que aprendí con René sobre
diseño de títeres con varillas, por ejemplo, es lo que he enseñado
después".
Freddy Maragoto, actor del propio grupo, le agradece que "en este
escenario di comienzo a mi carrera", en tanto se dejan oír aquellos
preciosos versos del propio René Fernández en La moneda (1965), como
una suerte de alegoría a la simplicidad criolla y folclórica de
este actor, cuyos aportes teatrales se extienden por toda Iberoamérica.
"Dijo un grillo guitarrero / a un gallito catalán: / tu clarín es
más sonoro / que el trino señorial / y por eso yo te invito / que
vayamos a cantar / por el monte circundado / de murmullos de cristal."