René Fernández

El día en que los biógrafos se interesaron por el autor

ANTONIO PANEQUE BRIZUELA
paneque.b@granma.cip.cu

MATANZAS.— Se revela distante de "discursos formales" o "palabras de elogio" esta curiosa ceremonia que, sin embargo, es de formal elogio. Todo discurre tan fuera de encartonamientos, tan objetivo y didáctico, que más bien parece una clase con vida propia. Alguien lee: "Sobre aquel joven que en los tempranos 60 se inscribe en el cursillo de títeres de los Camejo, escribió Humberto de la Torre en 1965: "René Fernández Santana nació en Matanzas. Quizás algún día los biógrafos se interesen por este autor".

Y claro está que, desde hace ya tiempo, los estudiosos tienen sobrados motivos para "interesarse" en este artista que ahora recibe en la propia sala Papalote, donde trabaja y dirige últimamente, este homenaje de su provincia por haber ganado el Premio Nacional de Teatro 2007. Ello justificaría por sí solo este acto que coincide con el Día del Teatro, aunque los organizadores lo han caracterizado de "tertulia".

Pero ahora existen razones adicionales para evocar a aquellos presumibles "biógrafos": nunca este premio había sido concedido a un artista del teatro de títeres ni tampoco a alguien que no fuera actor de obras para adultos, cuestión esta última que atañe también a otros dos galardonados de este año: los diseñadores María Elena Molinet y Eduardo Pascual Arocha.

Pero, además, este reconocimiento va más allá de la escena y de las instituciones culturales matanceras para devenir en una corriente popular que pasa por gentes de pueblo y va desde jóvenes instructores de arte hasta figuras instituidas, todos los cuales coinciden en recordar obras, rememorar enseñanzas o agradecer legados de René Fernández, quien, a su vez, les dice: "Si ustedes no hubieran creído en mí, yo no hubiera podido hacer todo esto".

"Desde pequeño gustó de todas las expresiones artísticas. Dibuja, escribe y dirige. Delgado, casi alto, ampliamente sincero, sonriente y capaz es René Fernández. Todo quien lo conoce es su amigo", lee alguien otros pasajes, mientras Rubén Darío Salazar, director del Teatro de las Estaciones y uno de los organizadores principales del acto, se remonta a 1964, cuando René "dirige aquellos primeros 25 minutos de teatro mediante retablo con guantes y el texto Los trabajadores de René Potts.

"La suerte estuvo echada y así La amistad es la paz, La guitarra de Felipito, premiada tempranamente, El papalote que llegó a La Luna, entre otras, revelaron un uso experimental de las diferentes técnicas, además de riesgo, osadía, juventud sin límites."

El caricaturista Manuel Hernández habla de experiencias comunes, el diseñador Zenén Calero, quien otrora integró junto a Darío y René un formidable trío de creadores y trabaja ahora junto al primero en Teatro de las Estaciones, recuerda que "lo que aprendí con René sobre diseño de títeres con varillas, por ejemplo, es lo que he enseñado después".

Freddy Maragoto, actor del propio grupo, le agradece que "en este escenario di comienzo a mi carrera", en tanto se dejan oír aquellos preciosos versos del propio René Fernández en La moneda (1965), como una suerte de alegoría a la simplicidad criolla y folclórica de este actor, cuyos aportes teatrales se extienden por toda Iberoamérica.

"Dijo un grillo guitarrero / a un gallito catalán: / tu clarín es más sonoro / que el trino señorial / y por eso yo te invito / que vayamos a cantar / por el monte circundado / de murmullos de cristal."

 

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