Cuando
surgieron las Ligas Nacionales de Voleibol, a principios de este
siglo, hubo quienes consideraron —incluido quien escribe— que el
desafío no radicaba en crearlas, sino hacerlas avanzar en pos de sus
objetivos.
El incremento de los certámenes extrafronteras, favorecido por
las nuevas reglas que redujeron el tiempo de juego y tornaron a esta
disciplina atractiva para las televisoras del planeta, era un
elemento clave a tener en cuenta. Debido a ese "boom" competitivo,
hoy a cualquiera de las más de 200 federaciones nacionales afiliadas
a la FIVB (Federación Internacional de Voleibol) solo les queda
libre el trimestre inicial de cada año para impulsar las lides
domésticas.
Al nacimiento de las Ligas cubanas les antecedieron varios años
de espera en los que se analizaron distintas propuestas de sistemas
para efectuar el evento, sin que ninguna cuajara antes del comienzo
de esta década, tardanza provocada en buena medida porque se perdió
demasiado tiempo (años) en estudiar la fecha idónea para poner en
marcha el proyecto, sin que interfiriera con el calendario
internacional.
Entre los objetivos esenciales acariciados todavía como añoranzas
por las Ligas Nacionales están los de incrementar la población de
voleibolistas en cada provincia del país; propiciar la realización
de un torneo largo, de calidad, que permita a la afición disfrutar
de sus mejores deportistas y no sea únicamente la Liga Mundial
masculina el "clásico del año" en nuestro ámbito, además de que
desde hace tiempo el equipo de mujeres no se ha visto en casa frente
a un rival foráneo.
El interés por aumentar la cantidad de entrenadores que en el
futuro puedan acceder a planos estelares (trabajar con las
selecciones grandes), y propiciar la superación técnica de los
existentes, igualmente son puntos importantes en la agenda del voli.
Los torneos domésticos que comenzarán el próximo día 20 en Ciudad de
La Habana (masculino) y Santiago de Cuba (femenino) ofrecerán un
espacio apropiado para contribuir a ese empeño, si los hombres
experimentados trabajan junto a la cantera en las ocho selecciones
confeccionadas para los certámenes.
A la par con el desarrollo de los directores técnicos, también se
aspira a que los árbitros (incluidas mujeres) alcancen un nivel
superior y así ampliar el grupo de los avalados por la FIVB para
actuar en competencias de alto rango.
Para encarrilar todos estos objetivos es preciso que la
organización y desarrollo de las Ligas Nacionales funcionen como un
engranaje indisoluble, máxime ahora que existen condiciones
favorables, porque las figuras más destacadas del patio estarán
concentradas en pocos elencos.
¿Dónde hay que insistir? (final)