MÉXICO, 19 de
agosto (PL). — En México cada día mueren cuatro
mujeres de manera violenta, y más de seis mil niñas y jóvenes fueron
asesinadas entre 1999 y 2005, asegura un informe de la Comisión
Especial de Feminicidios de la Cámara de Diputados.
Al presentar el documento, basado en datos recogidos durante tres
años, Marcela Lagarde, presidenta de la entidad, afirmó que en todos
los casos se corroboró que el feminicidio es la culminación de
múltiples formas de violencia de género vividas por las víctimas.
La mayoría de las niñas y muchachas victimadas previamente
sufrieron atentados contra sus derechos humanos, destacó.
Indicó que todos los procesos ligados a la búsqueda de justicia
fueron vistos con impotencia por la ciudadanía que no encuentra causa
para exigir sus derechos.
En México, las mujeres carecen de derechos humanos, reafirmó, al
tiempo que solicitó al presidente, Vicente Fox, una nueva audiencia
para la Comisión Especial y a la procuraduría de justicia vinculada,
con el objetivo de que conozcan el informe de viva voz.
La organización genérica, jerárquica y de supremacía e inferioridad
que genera la desigualdad entre ambos sexos es un factor fundamental
que favorece la agresión femenina.
Asimismo influye el incremento de la exclusión de las mujeres
mientras aumenta la tolerancia y aceptación de hombres machistas,
incluso quiénes delinquen y no son sancionados, considera el
documento.
La impunidad es producto de la inacción del estado, de la omisión y
negligencia de las autoridades con los agresores, lo que perpetúa la
desigualdad de géneros sin garantizar los derechos de las féminas,
agrega.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística Geografía e
Informática (INEGI), sólo en 2004 hubo mil 205 asesinatos, muchos de
estos relacionados con el crimen organizado: narcotráfico, trata de
personas, lavado de dinero y redes de pornografía.
La tasa más elevada de violencia de género se registra en el estado
de México, mientras Oaxaca es la demarcación con más cantidad de
homicidios.
El informe concluye que la omisión del gobierno en la preservación,
garantía e impulso de los derechos humanos de las mujeres, así como la
inexistencia de políticas públicas para impulsar su desarrollo,
favorece una cultura discriminatoria y vejatoria hacia las féminas.
Por último, señala la hegemonía de una cultura patriarcal que
legitima el despotismo y el trato cruel, sexista, machista, homófobo,
alimentado por el racismo y xenofobia existentes en la nación.